jueves, 2 de agosto de 2012

Espacio-tiempo en el tratamiento psicoanalítico a distancia


En esta ocasión y viendo la trascendencia en torno al tema de lo que es el Psicoanálisis a distancia, queremos presentarles la conferencia que el Dr. Ricardo Carlino presentó durante nuestra Reunión Científica Sigmund Freud. Esperemos que sus comentarios puedan enviarlos al Dr. Carlino quien siempre los recibe con gran interés y entusiasmo. Agradecemos mucho la participación del Dr. Carlino.XXIV REUNIÓN CIENTÍFICA SIGMUND FREUDESPACIO Y TIEMPO EN PSICOANÁLISIS
11 Y 12 MAYO 2012
Hotel Marriott, Ixtapan de la Sal, Estado de México

Espacio-tiempo en el tratamiento psicoanalítico a distancia  
Dr. Ricardo Carlino1
El espacio y el tiempo circunscriben un perímetro que enmarca una superficie con un adentro y un afuera, un posible y un imposible. Esta afirmación, sin duda alguna, abarca al contenido de mi presentación hoy y aquí:
Cuánto me hubiese gustado ahora hablarles también de otros contenidos medulares del psicoanálisis a distancia, pero mi tiempo de disertación está circunscripto no sólo en minutos sino al espacio conceptual que me toca comentar.
Los vectores espacio – tiempo, aunque son de tan distinta naturaleza, tienen entre ellos un entrecruzamiento que los acerca como si tuvieran lazos de parentesco. Por eso cuando nos referimos al tiempo transcurrido nos referimos a un espacio de tiempo”, y cuando hacemos alusión a una distancia geográfica la ligamos consciente o inconscientemente al tiempo necesario para recorrerla.
Es lógico y también esperable suponer y a la vez observar que el binomio espacio-tiempo esté también incluido en la lógica de la propia historia evolutiva del Psicoanálisis, más precisamente, en su propia teoría y en su técnica de implementación clínica.
El psicoanálisis fue creado, re-creado y fue también evolucionando al compás de los tiempos evolutivos por los que iba atravesando la cultura occidental y los lugares en que se instaló.
El psicoanálisis clínico tiene como elemento estructural básico la intercomunicación. En la actualidad resulta posible recorrer comunicacionalmente el planeta en tiempos calculados en milesegundos. Incluso es posible enviar y recoger señales no sólo extramuros o entre países y continentes sino también fuera de nuestro planeta. Estamos en un tiempo de la cultura en que los smartphones o teléfonos inteligentes que caben en un bolso o un bolsillo, sabiéndolos utilizar, atraviesan barreras de distancia en un tiempo no perceptible para el registro de la mente humana. Estamos viviendo una cultura en que la capacidad de comunicación puede reunir ya se a personas, instituciones, empresas, naciones, en un lugar común de encuentro comunicacional al que Herbert Mcluhan le ha dado un nombre específico: Global Village o Aldea Global.
Las barreras geográfico políticas creadas y recreadas a lo largo de la historia con luchas sangrientas y/o con acuerdos, delimitan un territorio propio que lo distingue y lo diferencia de otro ajeno. Las policías fronterizas pueden llegar a ser casi eficaces para controlar el pasaje de personas u objetos materiales de un país a otro, aunque no tan eficaces como barrera comunicacional entre países.
Ahora bien, más allá de esta descripción genérica, en cierto momento con cierta pretensión metafórica, es posible observar desde el inicio mismo del psicoanálisis que el concepto de espacio-tiempo jugó un papel muy importante. En el espacio intrapsíquico de Freud -no geográfico- acontecieron sus sueños y su elaboración, complementada ésta con el diálogo epistolar con Fliess en tiempo diferido y, esta vez sí, ambos ubicados en espacios geográficos diferentes. En los albores del Psicoanálisis clínico quien quería psicoanalizarse y no vivía en Viena y alrededores tenía que recorrer largas distancias e instalarse un tiempo cerca de la residencia de los analistas de aquella, época. ¿Podrá esto haber jugado algún rol protagónico en los encuadres de 6 sesiones semanales durante un tiempo relativamente corto? Algo emparentado con aquellos análisis sucede con los actuales analistas en formación que deben pasar por la experiencia de un análisis condensado o Shuttle analysis.
Es de suponer que el factor distancia geográfica-tiempo podría estar influyendo en aquellos profesionales con vocación psicoanalítica que no imaginan siquiera formarse en instituciones de IPA por no poder o por no estar dispuestos a vivir la experiencia que el tipo de análisis recién mencionado requiere de ellos.
Sostener este tipo de formación analítica, conlleva a que un joven profesional tenga que suspender su ritmo habitual de vida, tanto privada como profesional que lo llevaría a desatender con periodicidad el rol protagónico que le toca jugar en ella. En esto se aprecia también cómo la distancia geográfica está indisolublemente ligada al tiempo y al ritmo de vida en aquél que aspira a ser un miembro en formación dentro de IPA. Estas reflexiones, en parte, están inspiradas a partir, precisamente, del Boletín electrónico de IPA del mes de febrero de 2012, que incluye un informe de Board of Representatives que dice:
Las discusiones más importantes giraron en torno a los problemas relativos al envejecimiento. En algunos aspectos parecen diferir en las distintas partes del mundo, pero en términos generales la membresía de la IPA parece estar envejeciendo, el número total de candidatos parece estar disminuyendo y hay menos pacientes.
Es posible considerar que hay muchos profesionales del campo psi que no solicitan formarse en instituciones de IPA. Los motivos pueden ser concebidos como de diferente naturaleza. Sin embargo me permito suponer que algunos no lo hacen y quizás ni siquiera lo conciben para ellos posible, debido a que habitan lejos de una institución psicoanalítica y del domicilio de un psicoanalista que les inspire confianza para analizarse. Además de calcular el costo económico de un análisis se incluye en él el costo medido en tiempo en llegar al consultorio del analista. Se agrega que un paciente que quiere cuidar su análisis debe tener en cuenta no sólo el tiempo habitual de traslado al consultorio sino calcular también la posibilidad de imprevistos en el tránsito. Todo esto lleva a incluir un plus de tiempo como necesario para el traslado, debido a que la sesión tiene un horario fijo de comienzo. Este costo en tiempo para recorrer una distancia se tiene en cuenta pues, aunque el cuerpo esté en movimiento, ese tiempo de vida permanece en una especie de hibernación funcional, costo éste muy alto que lleva a ser pensado con detenimiento antes de tomar el compromiso de un análisis.
El extraordinario progreso habido en el campo de la tecnología de la comunicación, ligado al alcance muy facilitado en su aplicación cotidiana, va cambiando insensiblemente la forma de concebir y de transitar la vida cotidiana. Ello no pasa desapercibido en el campo del psicoanálisis. Su incidencia la estamos percibiendo en el incremento de analistas que están interesados en el Psicoanálisis a Distancia para evaluar si lo incorporan como una parte más de su recurso profesional y también en la demanda por parte de algunos pacientes que, por razones diversas, solicitan analizarse con esta nueva modalidad.
En efecto, los avances paulatinos habidos en el campo de la tecnología de la comunicación han ido poco a poco transformando en la población la concepción paradigmática y cultural de la idea espacio-tiempo y le han abierto las puertas a nuevas aspiraciones antes inimaginables. Un acotado ejemplo lo encontramos en el alcance en su aplicación de los distintos modelos de telefonía que fuimos conociendo hasta llegar hoy al Smartphone o teléfono inteligente que, incluso, en una versión especial, lo hace aplicable al diálogo entre sordomudos según pudo observarse en un reciente film llamado “Babel”. Otra posibilidad de análisis a sordomudos es ofrecida también por Internet pues es posible dialogar por el sistema de chat escrito. Ya no sería necesario conocer el lenguaje de señas sino sólo saber chatear, ya sea en el consultorio o a distancia.
Disponer del uso de Internet como medio de consulta bibliográfica a veces me lleva a equipararlo como equivalente a una biblioteca enciclopédica universal de alcance instantáneo y actualización permanente. Frente a este panorama a veces me pregunto: ¿Qué dimensión habría alcanzado la obra creadora de Freud si él hubiese contado con las facilidades operativas y comunicativas actuales? Esta pregunta es válida tan sólo para recrear la imaginación pues no pretende tener una respuesta concreta. El Dr. Sigmund Freud fue un genial creador que desarrolló su pensamiento palpitando al ritmo de la concepción espacio-tiempo que le ofrecía la época a la cual él perteneció. Como no podría ser de otra manera, él también estuvo inscripto y circunscripto por la concepción espacio-tiempo de su época. Parafraseando a Bion, Freud fue un pensador que pensó los pensamientos que se ofrecían a ser pensados en su época. No sólo supo captar y elaborar interrogantes y demandas de ese momento sino que mostró el coraje y atrevimiento a abordar temas tabúes hasta ese momento. La correspondencia con Fliess, el libro de los sueños y también su Proyecto de una Psicología para Neurólogos son un testimonio de sus primeros intentos de respuesta a los interrogantes que la medicina junto a la cultura de su época planteaba.
Los avances tecnológicos producen acontecimientos en el campo social cuyas consecuencias van transformando la inserción y posibilidad de protagonismo en el espacio-tiempo que a cada generación le toca vivir y operar. Este incesante agregado de nuevos elementos tecnológicos aportó al establecimiento de una diferente cualidad y trascendencia práctica en la manera de comportarse frente al espacio-tiempo de la vida cotidiana. Frente a esto el Psicoanálisis no sólo no puede pasar por alto este fenómeno sociocultural pues la dimensión de la demanda clínica ha sido atravesada por estas nuevas expectativas.
¿Por qué antes no y ahora sí?
Hoy es posible concebir la existencia de tratamientos analíticos que otrora no eran siquiera imaginables. La idea de “presencia” y de “encuentro” que se tenía entre los seres humanos desde los albores de la historia está siendo ampliada. Con los avances habidos en tecnología de la comunicación la concepción de estar juntos o de encontrarse dos o más personas está en constante estado de expansión, desprendiéndose del anclaje geográfico de sus primitivas posibilidades. El hecho de poder hacer coincidir el discurso hablado o escrito en dos lugares diferentes y en un mismo momento logra un efecto no sólo subjetivo sino también real de acercar a sus protagonistas al momento de ponerlos en contacto comunicativo. Ese contacto cuando es parte de un diálogo analítico les pertenece a ambos de la dupla por los efectos comunicacionales, cognitivos y transferenciales que produce.
La transferencia es una operación mental en la que su escena y afecto originales provienen de otro tiempo y lugar y logra instalarse en el aquí y ahora del diálogo analítico. Las emociones incluidas en el actual vínculo se trasmiten físicamente (vibración sonora de la voz) en el denominado ciberespacio. Allí adquiere la velocidad de un tiempo infinitesimal para atravesar muchos o tal vez muchísimos kilómetros. Cuando puntualizamos una experiencia psicoanalítica como aquí y ahora aludimos también a esta específica experiencia de espacio tiempo.
Esta multiplicada posibilidad comunicativa actual ha afectado a la idea de presencia al ampliar el alcance de dicha concepción, históricamente absoluta, con esta nueva posibilidad que yo denominé “Presencia comunicacional”.
En el encuadre a distancia, la idea de presencia queda desligada de la necesidad de estar uno frente al otro o muy cerca. Al desvincularla de la necesidad de un afrontamiento corporal directo la presencia queda a merced de otra necesidad: la de contacto y de encuentro comunicacional entre analista y analizando.
En efecto, las actuales posibilidades comunicativas permiten hacer realidad lo que desde siempre fue considerado imposible: protagonizar en tiempo simultáneo una común experiencia en dos lugares kilométricamente distantes. El término comunicación proviene de hacer común algo proveniente de dos o más personas en diferentes situaciones.
Estoy describiendo una nueva dimensión que ha adquirido el espacio-tiempo en la realidad cotidiana y en su actual manera de ser palpitada, entendida y elaborada, la que debe ser considerada en la actual escucha analítica.
Esta es una cultura que tiende cada vez más a retacearse tiempo para la reflexión y la contemplación, es una cultura de acción, buscadora de eficacia a cualquier precio, incluso a costa de quitarle sentido a la vida como tal y vivir para darle sentido a los objetivos de éxito competitivo.
¿Debemos entonces los analistas reducir o ampliar las posibilidades de análisis de la población? Pienso que, precisamente, al tener en cuenta que en la vorágine de la cultura actual se retacea la posibilidad de tener una actitud reflexiva, con el hecho de promover que el psicoanálisis clínico esté más al alcance de la población se está aportando no sólo a un beneficio profesional sino que se tiene en cuenta una inquietud social.
Precisamente por ello el Psicoanálisis, pensado desde su rol en la sociedad actual, debe ingeniárselas para poder llegar a este humano que funciona con esta tendencia de la era actual. Es necesario entonces incorporar nuevos conceptos operativos a la y a la Técnica psicoanalíticas (Avenburg, R. 2000). Por un lado es necesario agregar matices a lo clásicamente establecido y desarrollar la posibilidad siempre latente de crear nuevos conceptos acordes a las necesidades que fuesen surgiendo. Por ejemplo, al haberse agregarse a la cultura el concepto de género fue necesario revisar y reformular conceptos básicos sobre sexualidad que en otro momento (1905) fueron vertidos por Freud en “Tres ensayos sobre teoría sexual”. Otros dos artículos muy sabios para su época (tiempo) (1912; 1913) y lugar (espacio) tales como “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico” (Simoes, G. 2000) y “La iniciación del tratamiento” merecen ser hoy también revisados. Ello no los descalifica pues fueron hechos como primer intento de sistematizar conceptualmente la comprensión y los tratamientos analíticos. Estos artículos fueron pensados coherentemente a la medida de su tiempo y su cultura regional. Para ser buenos analistas con nuestros pacientes, al igual que Freud y sus más conspicuos seguidores, necesitamos disponer de los elementos teórico-técnicos necesarios para operar de acuerdo a los paradigmas vigentes de la época en que nos toca psicoanalizar. ¿A cuál me estoy refiriendo específicamente ahora? Al ritmo que marca el mundo globalizado con un número infinitamente grande de traslados periódicos o de migraciones más definitivas que plantean a algunos pacientes la necesidad de interrumpir o encontrar otra forma de análisis adecuada a su nueva realidad. El desafío actual que se nos presenta está en buscar cómo ir instalando, así en gerundio, un análisis con la frecuencia semanal posible de instalar en su inicio: aquella que se va pudiendo acordar con el paciente, para ayudarle a despertar ese interés reflexivo e introspectivo que socialmente tiende a languidecer.
Si pretendemos que haya más psicoanalistas y más pacientes, una tendencia inversa a la que comenta el Boletín de IPA al que antes aludí, es necesario considerar muy seriamente el factor distancia que conlleva concurrir a sesión 3, 4 o 5 veces por semana y el tiempo en horas que lleva poder concretarlas. Al tiempo que requiere una sesión se le debe agregar el tiempo de viaje al consultorio del analista más el tiempo empleado en trabajar para pagar el costo del tratamiento mismo y las horas ociosas del viaje al consultorio.
El psicoanálisis y el psicoanalista en su praxis, desde su propia concepción teórico técnica, debe poder abarcar al humano con una lente siempre actualizada en tiempo y espacio, sin por ello perder la perspectiva de seguir considerándolo en situación consigo mismo, su historia, sus valores, sus síntomas, sus vínculos primarios y su vínculo transferencial. El analista debe actualizar el Psicoanálisis con el que opera y debe también actualizarse en la óptica con la que mira la realidad existencial del paciente en situación de época y lugar (espacio-tiempo) para poder operar con un saber y una forma de abordaje psicoanalítico acorde a la sociedad en la que le toca actuar. Al igual que Freud y sus distinguidos contemporáneos, se debe tener en cuenta los paradigmas de valores y comportamientos imperantes, lo que no implicaría someterse a ellos sino registrarlos para poder abordarlos. De no operar así, el psicoanálisis clínico corre el riesgo de convertirse en un interesantísimo constructo teórico con cada vez menores posibilidades de implementación, digno de figurar en los mejores anaqueles de una biblioteca. En su evolución, salvo algunos momentos breves y de carácter local o regional, el psicoanálisis en su propia genealogía evolutiva ha mostrado siempre estar dispuesto a continuar progresando de la manera como lo pregonaba Freud (1922) en “Dos artículos de enciclopedia: Psicoanálisis y Teoría de la libido”, en el que allí afirmaba:
El psicoanálisis no es un sistema como los filosóficos que parte de algunos conceptos básicos definidos con precisión y procuran apresar con ellos el universo todo, tras lo cual ya no resta especio para nuevos descubrimientos y mejores intelecciones”.
Lógica de base.
Nuestra manera de pensar nuestros objetos de estudio o la realidad toda está sobredeterminada por una lógica subyacente en el sentir y el pensar que orienta y conduce a esta actividad, proceso éste que denominé “lógica de base”.
Con esta denominación me estoy refiriendo a una postura elemental y axiomática que opera en la mente como un determinante al momento de tomar una decisión o adoptar una conducta. Funciona a la manera de una lente cristalina de constante permanencia que labora subliminalmente que, al refractar lo percibido, atribuye un significado. Es un punto de partida con el que se interactúa con el mundo y también consigo mismo. Observar la realidad a través de ella ofrece una perspectiva tal que deja la marca de su protagonismo. Produce un sentido de orientación que promueve una tendencia y determina cierta postura frente a los estímulos provenientes de sí o del medio circundante (Carlino, R. 2000; 2010).
La circunstancia que envuelve a un analista como pensador del psicoanálisis y también al momento que forma parte de la dupla en una sesión a distancia, no puede pasar inadvertido. En esas circunstancias se está operando “en” y “con” un entorno de época y lugar (tiempo-espacio), que requiere un trabajo de discriminación permanente pues es necesario considerar los valores de las distintas regiones en que cada uno de la dupla se halla inmerso. Uno de los objetivos básicos del psicoanálisis clínico consiste en detectar lo inconsciente del paciente en momento y situación pasada y su correlación actual. Ello llevó a relacionar dos conceptos témporo-espaciales: el allá y entonces con el aquí y ahora, no sólo en relación al analista sino también en relación al entorno de tiempo-espacio que circunscribía al pasado ocurrido y al presente ocurriendo en la sesión.
La sesión analítica es procesada y conducida por analistas que están atravesados por valores contemporáneos a su desarrollo en su sentir, pensar y operar. No obstante es posible concebir que el análisis personal de cada analista contiene la experiencia telescopada o eslabonada en tiempo y espacio geográfico de las generaciones de analistas previos a su analista actual. Esta mirada transgeneracional nos muestra una impronta del pasado en el presente. Si éste permaneciera impasible a la influencia de aquél se frenaría el desarrollo del psicoanálisis en lugar de enriquecerse en cada “reedición” analítica. Esta última posibilidad aporta expectativa de actualización en los nuevos pacientes y a la vez promueve un desarrollo epistémica evolutivo. Tanto los analistas como los pacientes son personas que crecen, se articulan y operan con la incorporación de los nuevos paradigmas que promueven las transformaciones socioculturales y tecnológicas mencionadas, fenómeno éste que el Psicoanálisis como ciencia empírica no debe desconocer.
Lo recién afirmado puede ser observado en distintos momentos de la historia evolutiva del psicoanálisis cuando mostró que pudo ir enriqueciendo su teoría y su técnica al momento de tener que brindar asistencia psicoanalítica a niños, adolescentes, parejas, familias, grupos. Debido a la demanda psicoanalítica de pacientes más regresivos: borderline y psicóticos, fue necesario concebirlo desde puntos de partida diferentes. La praxis psicoanalítica, aunque con objetivos psicoterapéuticos más acotados es también implementada en hospitales públicos y en instituciones privadas. Hubo que crear nuevos elementos y concebir nuevas maneras y diferentes metas y abandonar también ciertas pretensiones clásicas para poder implementarlo. [Carlino, R.et alt. (1993); Cornide Cheda, E. (2012); Descarrega i Font, J. (2000)]
Fenómenos de espacio tiempo en el propio método:
En el psicoanálisis a distancia el otro que está “allá” está simultáneamente también “acá” en esa ubicuidad de su voz y del mensaje contenido en ella, con su tono, su cadencia, su lentitud o rapidez o su silencio, como ausencia en el sentido clásico del término y muy presente en el fragor de la comunicación transferencial. Cuando agregamos una cámara web la imagen emitida por cada emisor al instante será percibida por el receptor y hará también su efecto comunicacional. En cuanto a la distancia, en estas experiencias analíticas, ésta no se mide en patrones métricos sino en el espacio de tiempo empleado entre la emisión y la recepción del mensaje y entre ambos se va creando el espacio inter del diálogo.
Razones de distancia han sido precisamente una de las motivaciones iniciales que han aportado a la razón de ser y de poner en marcha un tratamiento psicoanalítico por vía telefónica. Hoy se observa que se van agregando nuevas motivaciones, más allá de las vinculadas a la relación distancia-tiempo como ser: pacientes con discapacidad motora, otros que sólo se animan a iniciar un análisis si es a distancia, por motivos dictados por sus propios síntomas: fobias, inhibiciones, analizarse a escondidas de su pareja y otras situaciones que nos eran inimaginables porque nunca se presentaban en nuestros consultorios. Jamás tuve noticias de que se analizara un sordomudo, salvo que el analista supiera comunicarse con un lenguaje de señas. Hemos visto antes que hoy es posible hacerlo. Ya no resulta necesario justificar un psicoanálisis a distancia con cientos o miles de kilómetros de lejanía. Como ya vimos, la distancia es tenida en cuenta en función del tiempo que se tarda en llegar al consultorio del analista. Son las cosas que nos están pasando en los tiempos que corren.
El psicoanálisis a distancia debido a que como tema está aún en sus albores, resulta insuficiente cualquier espacio que disponemos para hablar de él pero, como decía al comienzo, el espacio y también el tiempo delimitan un perímetro y una superficie. Ambos ya han sido colmados.
Muchas gracias.
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1 Miembro Titular de Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA) Argentina.
Full Member International Psychoanalitycal Association.

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