domingo, 21 de septiembre de 2014

La pareja: lograr lo imposible. Entre ideal y realidad

En esta ocasión vamos a compartirles la conferencia dictada por la Dra. Marie Hazan
México, D.F., 23 de agosto de 2014
Asociación Psicoanalítica Mexicana

Buenos días a todos y gracias por venir a escucharme hablar de la pareja y de los deseos contradictorios que suscita, aun cuando a veces es una misión imposible, ¡o bien justamente para aceptar este excitante desafío!

Quisiera empezar por agradecer a la APM y a mi hermana Simone por invitarme por segunda vez a presentar mi trabajo, después de la publicación de mis libros: sobre lo masculino en 2010, y la continuación con mi libro acerca de la pareja esta vez.


En efecto, después de la reflexión sobre lo masculino y los efectos de los cambios en la vida de las familias y en las relaciones entre hombres y mujeres, era lógico volver a pensar les desafíos que viven las parejas y que las llevan a hacerse preguntas, en particular en el marco de la consulta; de hecho es a partir de la clínica que empecé a interrogarme acerca de la pareja. Esa conferencia de 2010 en México fue muy inspiradora por les bellas preguntas que ustedes me plantearon y que posteriormente hicieron su camino en mí. Abordaré algunas de ellas más adelante.
1-La aspiración a la pareja es inversamente proporcional a su longevidad…
Estar en pareja representa hoy en día un estado y un status muy investidos; la pareja es muy valorada y muy sufriente a la vez, para lo bueno y para lo malo, con el aderezo moderno del siglo XXI.
Extremadamente buscado por todos, de los 7 a los 77 años, el deseo de encontrar el alma gemela no se desmiente; pero esta búsqueda se acompaña de una nostalgia, como si hubiera una parte de imposible en tal logro. Sin embargo, por otro lado vivir en pareja podría parecer anticuado, en desuso o más bien perecedero, rápidamente caduco. Algunos incluso rechazan con desdén dicha posibilidad, de la que se dicen hastiados y curados. ¿Tal vez sueñen con ella en secreto?
Si bien las parejas no siempre duran (se dice que aproximadamente una de dos uniones), muy rápidamente tenemos ganas de volver a empezar y – paradójicamente – miedo a no encontrar la «persona idónea». Al parecer la esperanza está permitida y es renovada tras las rupturas. Así, la imagen está borrosa: la pareja no funciona, pero es buscada a pesar de todo – la frase «ya lo sé, pero de todos modos» siendo según Octave Mannoni la de la denegación. La persona a amar es difícil de encontrar o, más bien, nunca es la adecuada, pero un día, quizás, funcione...
Paradójicamente pues, es porque el listón está demasiado alto y que el ideal es irrealizable, que el proyecto fracasa, pero también es renovado por lo mismo. Ésta es la razón por la cual introduje en el título mismo del libro la idea de imposible de lograr Y la escisión entre ideal y realidad.
Este discurso, como une conminación paradójica, está muy presente en nuestra sociedad: personas de todas edades, desde la adolescencia hasta la cuarta edad (pues vivimos más tiempo, con mejor salud y nos jubilamos más pronto…), se lamentan por no poder encontrar a la persona «idónea», o la buscan frenéticamente; entablan relaciones que no cuajan, o no duran tanto como dicen desearlo; incluso pueden declarar que no existe ninguna persona con la cual estarían felices, a la vez que se quejan de que sus relaciones pasadas o futuras no cumplen con lo prometido. Se quedan con las ganas, con una impresión de derrota y una herida narcisista, pero también con un sentimiento de abandono.

2-Matrimonio, unión libre y divorcio
Esta contradicción se refleja en una realidad sociológica contrastada: hay una aspiración hacia la pareja (Bozon), pero cada vez más rupturas y divorcios. Se encuentran formas innovadoras y menos normativas para hacer frente a esta tensión entre vida cotidiana e ideal amoroso.
Finalmente subrayemos que el número de parejas en unión libre rebasa a veces (por lo menos en Quebec) el de aquéllas que son legalmente casadas, y en todo caso van en aumento. Algunas parejas viven en lugares separados, otras renuncian a una vida común familiar que involucre a los hijos. Están las parejas heterosexuales que se casan cada vez menos, pero reivindican los mismos derechos que las parejas casadas.
En Quebec tuvimos el asunto de Éric y Lola, un juicio famoso en el que un multimillonario fue demandado por su cónyuge, con la cual había tenido el cuidado de NO casarse; ella quería obtener los mismos derechos que una mujer casada, es decir mucho más dinero que la pensión generosa que recibía para los hijos. Lola solicita, con o sin razón, una parte del patrimonio que está en poder de él (¡recordemos que es muy rico!). Hasta la fecha ella ha perdido. Subrayo que los hijos sí tienen los mismos derechos en cuanto a la pensión alimenticia, hayan nacido dentro del matrimonio o en unión libre.
Hay parejas gays que quieren casarse a toda costa, mientras que los heterosexuales ya no lo desean, y muchas familias encuentran formas originales de conciliar sus sentimientos amorosos o pasionales con el amor familiar y el trabajo, el tiempo libre y las vacaciones, sin necesariamente vivir juntos, ¡lo cual les ahorra tal vez una gimnasia que los dejaría sin aliento!
También hay más familias que giran alrededor del polo madre-hijos, sobre todo en las grandes ciudades. Lo cual nos devuelve otra vez al matrimoine [feminización de la palabra patrimoine, patrimonio], según la expresión de Philippe Gutton en un capítulo de su libro con este título evocador: «Las madres judías no existen… pero entonces ¿qué existe?»
Entonces ¿cómo desenmarañar esta compleja coyuntura?

3-La elección del cónyuge entre sociología e inconsciente
Un pequeño rodeo histórico y sociológico para empezar: el matrimonio de amor, por lo menos en Europa, data del siglo XIX, pero hasta los años 1960 los roles eran tradicionales y diferenciados en la pareja y la familia según el modo del triángulo edípico: Papá/Mamá y los hijos. Los cambios de los años 60/70, aun cuando están menos claros y pronunciados de lo que se piensa en cuanto a sus efectos en los roles tradicionales, han trastornado la vida de familia y las relaciones amorosas. ¿En qué medida podrá la clínica indicarnos nuevas maneras de abordar esta problemática que está en la base de gran parte de las demandas de psicoterapia y psicoanálisis?
La elección de objeto en psicoanálisis designa la forma como (re)encontramos – con más o menos suerte – al primer objeto de amor, la madre. ¡La dificultad está en poder dejarla después! Entonces la elección de objeto se sitúa en la problemática paradójica de una elección no tan libre, donde la cuestión de la separación es central, ¡crucial incluso!
Los sociólogos designan por elección del cónyuge al proceso según el cual uno encuentra a la chica de al lado. René Girard, en un estudio célebre, hace un inventario de las maneras como en los bailes populares, los cafés o los clubes, uno conoce sobre todo a novios o futuros cónyuges, con los que se tiene un «back-ground común»: clase social o profesión común o afín, cultura, religión o idioma. Es lo que se llama la homogamia. El autor retoma las fórmulas célebres: Dios los cría y ellos se juntan y No cualquiera se casa con cualquiera, siendo que la libertad en la elección está mucho más dirigida de lo que uno podría pensar al considerar sólo el aspecto afectivo.
Posteriormente, en 1983 Michel Bozon y François Héran retomaron la investigación en base a cuestionarios, afinando los resultados. Ellos constataron que la homogamia sigue estando presente sin lugar a dudas, que las similitudes buscadas van más allá de las sociológicas y pueden ser físicas. Por otro lado, han encontrado que la simetría no siempre está presente: que no nos sorprenda el hecho de que hombres y mujeres buscan cualidades y especificidades diferentes: los hombres buscarán más la belleza en las mujeres, y las mujeres una promesa de promoción social.
Lo que resulta sorprendente es cuán «conformistas» siguen siendo las elecciones, en el sentido de que sin saberlo los futuros cónyuges efectúan una reproducción social de lo mismo. Jean-Claude Kaufmann precisa que uno no se enamora de cualquiera, ni siquiera en el caso de un flechazo, y Alain Girard ya había subrayado que la elección del cónyuge dentro de la misma clase social era una manera de perpetuar dicha clase y de permanecer en el marco definido por la familia y los padres. Tal elección no sería tanto el resultado del azar como de un cálculo a veces oculto al sujeto, es decir más o menos consciente (Kaufmann).
El amor y la razón no están tan alejados el uno del otro en la elección del cónyuge tal y como la definen los sociólogos; en tanto psicoanalistas, podríamos decir que también se trata de una formación de compromiso…

4-Ir más allá del período del amor naciente, renunciando a une parte del ideal
Un fenómeno a subrayar y que impide que dure la pareja, es la tendencia a favorecer el amor antes que cualquier otra consideración, e incluso sólo cierta definición de amor… Por lo tanto, demasiadas veces llega la terminación después del primer período, llamémoslo fusional o del «amor naciente» según Jean Lemaire. Muchas rupturas sobrevienen al final de esta luna de miel que dura hasta los seis meses. ¿Por qué no?, preguntarán, en efecto, ¿por qué no?, nada más que uno esperaba otra cosa, como la formación de una pareja y el amor por siempre.
Jean Lemaire, un formidable psicoanalista francés, uno de los innovadores en el psicoanálisis de parejas, ha pensado la pareja a partir de las nociones provenientes del análisis grupal, siguiendo a Didier Anzieu y a René Kaës. La idea de «ilusión grupal» por ejemplo, puede ser retomada para la pareja, que Lemaire llamará también «grouple» [condensación de groupe, grupo, y couple, pareja]. Entonces si cae o cuando caiga la ilusión, la pareja enfrenta una prueba que deberá superar; también puede decidir abandonar, quedándose en un tono más ideal, o si uno quiere pasional; la pasión no se lleva bien con lo cotidiano, pero no se preocupen, ¡de todos modos se puede lograr (casi)!

5-La química o la dinámica de la pareja
En la clínica de la pareja, ¡uno se pregunta a veces cómo seres tan disímiles e improbablemente emparejados pueden unirse con tanta pasión! Una química invisible los une, a veces a través de explosiones, del sufrimiento; parecen difíciles de disociar a pesar de tentativas a veces inoperantes, pero que al parecer les son necesarias, pues son las dos caras de una misma moneda.
Hay que admitirlo: tales desavenencias cumplen una función, ¡aun cuando son enormemente perturbadoras! Pues en efecto, la tristeza y el dolor que viven los enamorados son tan inmensos como el amor que los atrae el uno hacia el otro, y las tormentas pasan; a veces…
También es importante recordar que la pareja se constituye de tres elementos: los dos protagonistas y la pareja misma, una entidad en sí. Por lo tanto, se trata en el acercamiento del analista con las parejas de no olvidar este aspecto muy importante. El encuentro se hace en base a un reconocimiento instantáneo – e inconsciente – de las cosas importantes que se juegan en cada uno y, dice Lemaire, a una manera original y diferente de tratarlos.
Muchas veces nos dejamos atrapar por la apariencia razonable de algún argumento expuesto por el uno o el otro, pero que frecuentemente oculta la colusión inconsciente en la pareja; y si nos vamos en el sentido de aquél que aparenta tener la razón, corremos el riesgo de perder la alianza terapéutica: las parejas son como niños, son infantiles y hay que ser muy rigoroso en cuanto a repartir justamente la atención que les ponemos.
Y ocurre mucho que el amor sea una tentativa terapéutica, ¡incluso puede ser exitosa! A decir de René Roussillon, el objeto bueno puede llegar a reparar aquello que el malo había dañado. Entonces el encuentro amoroso es la mejor manera de hallar una salida a los conflictos psíquicos, ¡yo diría incluso que el cónyuge es el primer terapeuta!

7-La idealización de la pareja
¡Las expectativas respecto al otro y la búsqueda de la felicidad vuelven el proyecto arduo! La idea de que los demás viven una relación mejor por ejemplo, impide a veces aceptar los límites de lo que uno tiene, de lo que uno es…
Ya para Denis de Rougemont «el gusano del amor está en la fruta del matrimonio» y los sociólogos lo subrayan (J-C Kaufmann, F. de Singly por ejemplo): el matrimonio de amor implica el divorcio, sobre todo porque tiene por misión traer la felicidad…
Según la expresión de Gérard Neyrand (2013), la pareja es un espacio indexado al sentimiento, y ocurre demasiado que la idealización conduzca a negar la ambivalencia hasta el momento en que es demasiado tarde y que se está al borde de la ruptura.
Esperamos demasiado de la pareja: para empezar, quisiéramos tener un(a) buen(a) compañero(a), en particular para el tiempo libre. Por ejemplo, viajar juntos es mucho más fácil y agradable, por lo menos a primera vista porque también puede suceder lo contrario y que viajar en pareja se vuelva un infierno; lo mismo puede suceder con los conciertos, el cine y la ópera, de acuerdo con los gustos de cada quien…
Se supone que una sexualidad realizada es la base de toda pareja feliz, pero la clínica nos muestra que ésa es tan variable como los individuos y las parejas. Finalmente subrayemos que el conflicto evitado por las parejas que idealizan demasiado su unión es al contrario útil y estructurante.

8- La muerte/el amor: ¿seguirá siendo el caso hoy en día?
La piedra angular de la construcción resulta ser el amor. Pero esto también permanece enigmático... Porque está simple y sencillamente basado en elementos inconscientes. Nos podemos preguntar si la definición de D. de Rougemont, que relaciona el amor con la muerte en Occidente desde Tristán e Isolda, sigue siendo válida. Presentaré dos ejemplos contradictorios a este respecto:
Edith Piaf falleció hace 50 años. Es recordada como una mujer que trata de ver la vida en rosa, que no se arrepiente de nada pero que lo pierde todo… Una anticonformista y una rebelde, que hace lo que se le da la gana, muy risueña en las películas y las fotos, pero al borde del abismo, en peligro de muerte. Profundamente melancólica, presenta la imagen paradójica de una buscadora empedernida de la felicidad y del amor, el cual le pasa por delante de las narices. El filme La vida en rosa la presenta como golpeada por un destino infeliz pese a todos los éxitos alcanzados en su carrera mundial y a sus amores tumultuosos y numerosos hasta el final. Dos años antes de su muerte, contrajo matrimonio con Théo Sarapo, «Contigo no había nada, contigo estoy bien…», un joven cantante griego de 26 años, 20 menos que ella que ya se ve 20 años mayor que su propia edad. A los 46 años, parecía una anciana...
Antes de eso, ya había propulsado la carrera de Charles Aznavour, de los Compagnons de la chanson, tenido un encuentro con Gilbert Bécaud y amado a Yves Montand, Georges Moustaki y otros. Ella vivía por el amor, para ir «hasta el final» y sobre todo para cantar, cantar a muerte el amor. Su destino trágico es simbolizado por su relación con Marcel Cerdan, su gran amor que murió mientras la iba a alcanzar a Nueva York, el albergue de sus amores. El avión se cayó… A pesar de que Edith Piaf amó a varios otros hombres después y se casó con algunos, ese lazo con un destino trágico y con la muerte es el más recordado, seguramente a causa de su melancolía y de aquello que simboliza de los amores imposibles… Podrán decir que éstas son historias viejas, no obstante La vida en rosa sigue siendo un gran éxito cinematográfico. ¿Será porque muestra el papel del superyó y el castigo a la pulsión y sus excesos?
¿Será cierto que hoy en día nos enfrentamos con la misma problemática? En parte solamente, pues nos complacemos en lograr las relaciones, de otra manera empezamos de nuevo, no nos complicamos la vida pero la dimensión de la tragedia existe de todos modos; es difícil desintricarla, aunque ya no estamos obligados a hacer que mueran los enamorados al final como en Romeo y Julieta. Los amantes están menos enredados en prohibiciones familiares y sexuales, y la diferencia y el destino pesan menos; como diría James Bond, vivimos más de una vez. Y tratamos de desembarazarnos de ese pathos de la muerte…
El otro ejemplo, que va en sentido opuesto al de la desesperanza atribuida a Édith Piaf, es el de Carla Bruni, esposa de Nicolas Sarkozy. Antes de conocerlo dejó a su compañero por el hijo de aquél, quien entonces abandonó a su esposa (la hija de Bernard-Henri Lévy), la cual escribió un libro acerca de esta historia… Claro que todo esto suena a jet set francés, pero la idea es que Justine Lévy, la autora de la novela, llama a Carla «Paula Terminator», una «Fedra moderna». Escogí este ejemplo para ilustrar el que hoy en día la desesperanza no necesariamente dura por siempre; secamos nuestras lágrimas y el baile empieza de nuevo. Queremos lograr lo imposible…

9- ¿Cuál es el modo relacional en la pareja?
El psicoanálisis nos enseña que la separación con el primer objeto de amor, la madre, es difícil, y que este período marca tanto a niñas como niños. Posteriormente, la relación edípica y el superyó que la prohíbe colocan al niño ante el dilema y la ambivalencia entre el amor incestuoso y la guillotina del interdicto. Este baile de dudas acecha a todo enamorado y estructuralmente se encuentra en la base del fenómeno del amor imposible. Ésta podría ser la razón oculta de la propensión a elegir lo imposible, lo prohibido del incesto sostenido par el superyó, ¡límite necesario al deseo infantil!
¿Se podría decir que en nuestra sociedad actual hay menos padre y más madre? En la película Adore basada en el cuento de Doris Lessing que se titula Las abuelas, y que por lo tanto no es tan reciente, vemos desplegarse un mundo muy perturbador y regresivo; al mismo tiempo la autora lo describe de forma muy natural, lejos de todo pathos. Es la historia de dos amigas de infancia que viven cada una un romance con el hijo de la otra, en un ambiente magnífico de casas a la orilla del mar. Es un poco como si la película describiera algo de nuestro mundo de mañana…
Elegí este ejemplo para ilustrar el modo materno. ¿Estará lo paterno en caída o en ausencia? De alguna manera éste fue el tema de la discusión la vez pasada; yo diría que estamos más bien en transición hacia un mundo menos patriarcal. ¿Será por lo tanto a la manera de Big Mother como lo teme Michel Schneider? Me parece que las relaciones en la pareja suceden más que nada en modo fraterno, entre solidaridad y rivalidad, competencia, celos y envidia, a veces de manera desexualizada.
Un aspecto importante subrayado por los sociólogos es que en nuestra sociedad de los individuos (Norbert Élias), debemos florecer y ser felices. Construir la identidad de uno es un must y hoy en día, es una de las misiones de la pareja, en particular entre los jóvenes que se construyen el uno con el otro, el uno en relación al otro, instalándose «paso a pasito» (J-C K) y construyendo juntos lo que François de Singly llama de forma tan bonita «el hilo de sí mismos».
El compartir, la amistad y la camaradería son privilegiados y buscados, y finalmente más frecuentemente de lo que uno piensa, con éxito… Entonces, ¿por qué no?, si uno quiere lograr lo imposible a toda costa, entonces sí, ¡es factible!

Y como decían en mi juventud: 
Sean realistas, ¡pidan lo imposible!

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