En esta ocasión y viendo la trascendencia en torno al tema de lo que es el Psicoanálisis a distancia, queremos presentarles la conferencia que el Dr. Ricardo Carlino presentó durante nuestra Reunión Científica Sigmund Freud. Esperemos que sus comentarios puedan enviarlos al Dr. Carlino quien siempre los recibe con gran interés y entusiasmo. Agradecemos mucho la participación del Dr. Carlino.XXIV REUNIÓN CIENTÍFICA SIGMUND FREUDESPACIO Y TIEMPO EN PSICOANÁLISIS
11 Y 12 MAYO 2012
Hotel Marriott, Ixtapan de la Sal, Estado de México
Espacio-tiempo en el tratamiento psicoanalítico a distancia
Dr.
Ricardo Carlino1
El
espacio y el tiempo circunscriben un perímetro que enmarca una
superficie con un adentro y un afuera, un posible y un imposible.
Esta afirmación, sin duda alguna, abarca al contenido de mi
presentación hoy y aquí:
Cuánto
me hubiese gustado ahora
hablarles también de otros contenidos medulares del psicoanálisis a
distancia, pero mi tiempo
de disertación está circunscripto no sólo en minutos sino al
espacio conceptual que me toca comentar.
Los
vectores espacio
– tiempo,
aunque son de tan distinta naturaleza, tienen entre ellos un
entrecruzamiento que los acerca como si tuvieran lazos de parentesco.
Por eso cuando nos referimos al tiempo transcurrido nos referimos a
un “espacio
de tiempo”,
y
cuando hacemos alusión a una distancia geográfica la ligamos
consciente o inconscientemente al tiempo necesario para recorrerla.
Es
lógico y también esperable suponer y a la vez observar que el
binomio espacio-tiempo
esté también incluido en la lógica de la propia historia evolutiva
del Psicoanálisis, más precisamente, en su propia teoría y en su
técnica de implementación clínica.
El
psicoanálisis fue creado, re-creado y fue también evolucionando al
compás de los tiempos
evolutivos por los que iba atravesando la cultura occidental y los
lugares en que se instaló.
El
psicoanálisis clínico tiene como elemento estructural básico la
intercomunicación. En la actualidad resulta posible recorrer
comunicacionalmente el planeta en tiempos calculados en milesegundos.
Incluso es posible enviar y recoger señales no sólo extramuros o
entre países y continentes sino también fuera de nuestro planeta.
Estamos en un tiempo de la cultura en que los smartphones
o teléfonos inteligentes que caben en un bolso o un bolsillo,
sabiéndolos utilizar, atraviesan barreras de distancia en un tiempo
no perceptible para el registro de la mente humana. Estamos viviendo
una cultura en que la capacidad de comunicación puede reunir ya se a
personas, instituciones, empresas, naciones, en un lugar común de
encuentro comunicacional al que Herbert Mcluhan le ha dado un nombre
específico: Global
Village o
Aldea
Global.
Las
barreras geográfico políticas creadas y recreadas a lo largo de la
historia con luchas sangrientas y/o con acuerdos, delimitan un
territorio propio que lo distingue y lo diferencia de otro ajeno. Las
policías fronterizas pueden llegar a ser casi eficaces para
controlar el pasaje de personas u objetos materiales de un país a
otro, aunque no tan eficaces como barrera comunicacional entre
países.
Ahora
bien, más allá de esta descripción genérica, en cierto momento
con cierta pretensión metafórica, es posible observar desde el
inicio mismo del psicoanálisis que el concepto de espacio-tiempo
jugó un papel muy importante. En el espacio intrapsíquico de Freud
-no geográfico- acontecieron sus sueños y su elaboración,
complementada ésta con el diálogo epistolar con Fliess en tiempo
diferido y, esta vez sí, ambos ubicados en espacios geográficos
diferentes. En los albores del Psicoanálisis clínico quien quería
psicoanalizarse y no vivía en Viena y alrededores tenía que
recorrer largas distancias e instalarse un tiempo cerca de la
residencia de los analistas de aquella, época. ¿Podrá esto haber
jugado algún rol protagónico en los encuadres de 6 sesiones
semanales durante un tiempo relativamente corto? Algo emparentado con
aquellos análisis sucede con los actuales analistas en formación
que deben pasar por la experiencia de un análisis
condensado o
Shuttle
analysis.
Es
de suponer que el factor distancia geográfica-tiempo podría estar
influyendo en aquellos profesionales con vocación psicoanalítica
que no imaginan siquiera formarse en instituciones de IPA por no
poder o por no estar dispuestos a vivir la experiencia que el tipo de
análisis recién mencionado requiere de ellos.
Sostener
este tipo de formación analítica, conlleva a que un joven
profesional tenga que suspender su ritmo habitual de vida, tanto
privada como profesional que lo llevaría a desatender con
periodicidad el rol protagónico que le toca jugar en ella. En esto
se aprecia también cómo la distancia
geográfica
está indisolublemente ligada al tiempo
y al ritmo de vida
en aquél que aspira a ser un miembro en formación dentro de IPA.
Estas reflexiones, en parte, están inspiradas a partir,
precisamente, del Boletín electrónico de IPA del mes de febrero de
2012, que incluye un informe de Board of Representatives que dice:
“Las
discusiones más importantes giraron en torno a los problemas
relativos al envejecimiento. En algunos aspectos parecen diferir en
las distintas partes del mundo, pero en términos generales la
membresía de la IPA parece estar envejeciendo, el número total de
candidatos parece estar disminuyendo y hay menos pacientes.
Es
posible considerar que hay muchos profesionales del campo psi que no
solicitan formarse en instituciones de IPA. Los motivos pueden ser
concebidos como de diferente naturaleza. Sin embargo me permito
suponer que algunos no lo hacen y quizás ni siquiera lo conciben
para ellos posible, debido a que habitan lejos de una institución
psicoanalítica y del domicilio de un psicoanalista que les inspire
confianza para analizarse. Además de calcular el costo económico de
un análisis se incluye en él el costo medido en tiempo en llegar al
consultorio del analista. Se agrega que un paciente que quiere cuidar
su análisis debe tener en cuenta no sólo el tiempo habitual de
traslado al consultorio sino calcular también la posibilidad de
imprevistos en el tránsito. Todo esto lleva a incluir un plus de
tiempo como necesario para el traslado, debido a que la sesión tiene
un horario fijo de comienzo. Este costo en tiempo
para recorrer una distancia se tiene en cuenta pues, aunque el cuerpo
esté en movimiento, ese tiempo de vida permanece en una especie de
hibernación funcional, costo éste muy alto que lleva a ser pensado
con detenimiento antes de tomar el compromiso de un análisis.
El
extraordinario progreso habido en el campo de la tecnología de la
comunicación, ligado al alcance muy facilitado en su aplicación
cotidiana, va cambiando insensiblemente la forma de concebir y de
transitar la vida cotidiana. Ello no pasa desapercibido en el campo
del psicoanálisis. Su incidencia la estamos percibiendo en el
incremento de analistas que están interesados en el Psicoanálisis a
Distancia para evaluar si lo incorporan como una parte más de su
recurso profesional y también en la demanda por parte de algunos
pacientes que, por razones diversas, solicitan analizarse con esta
nueva modalidad.
En
efecto, los avances paulatinos habidos en el campo de la tecnología
de la comunicación han ido poco a poco transformando en la población
la concepción paradigmática y cultural de la idea espacio-tiempo
y
le han abierto las puertas a nuevas aspiraciones antes inimaginables.
Un acotado ejemplo lo encontramos en el alcance en su aplicación de
los distintos modelos de telefonía que fuimos conociendo hasta
llegar hoy al Smartphone
o teléfono inteligente que, incluso, en una versión especial, lo
hace aplicable al diálogo entre sordomudos según pudo observarse en
un reciente film llamado “Babel”. Otra posibilidad de análisis a
sordomudos es ofrecida también por Internet pues es posible dialogar
por el sistema de chat escrito. Ya no sería necesario conocer el
lenguaje de señas sino sólo saber chatear, ya sea en el consultorio
o a distancia.
Disponer
del uso de Internet como medio de consulta bibliográfica a veces me
lleva a equipararlo como equivalente a una biblioteca enciclopédica
universal de alcance instantáneo y actualización permanente. Frente
a este panorama a veces me pregunto: ¿Qué dimensión habría
alcanzado la obra creadora de Freud si él hubiese contado con las
facilidades operativas y comunicativas actuales? Esta pregunta es
válida tan sólo para recrear la imaginación pues no pretende tener
una respuesta concreta. El Dr. Sigmund Freud fue un genial creador
que desarrolló su pensamiento palpitando al ritmo de la concepción
espacio-tiempo
que le ofrecía la época a la cual él perteneció. Como no podría
ser de otra manera, él también estuvo inscripto y circunscripto por
la concepción espacio-tiempo
de
su época. Parafraseando a Bion, Freud fue un pensador que pensó los
pensamientos que se ofrecían a ser pensados en su época. No sólo
supo captar y elaborar interrogantes y demandas de ese momento sino
que mostró el coraje y atrevimiento a abordar temas tabúes hasta
ese momento. La correspondencia con Fliess, el libro de los sueños y
también su Proyecto de una Psicología para Neurólogos son un
testimonio de sus primeros intentos de respuesta a los interrogantes
que la medicina junto a la cultura de su época planteaba.
Los
avances tecnológicos producen acontecimientos en el campo social
cuyas consecuencias van transformando la inserción y posibilidad de
protagonismo en el espacio-tiempo
que a cada generación le toca vivir y operar. Este incesante
agregado de nuevos elementos tecnológicos aportó al establecimiento
de una diferente cualidad y trascendencia práctica en la manera de
comportarse frente al espacio-tiempo
de la vida cotidiana. Frente a esto el Psicoanálisis no sólo no
puede pasar por alto este fenómeno sociocultural pues la dimensión
de la demanda clínica ha sido atravesada por estas nuevas
expectativas.
¿Por
qué antes no y ahora sí?
Hoy
es posible concebir la existencia de tratamientos analíticos que
otrora no eran siquiera imaginables. La idea de “presencia” y de
“encuentro” que se tenía entre los seres humanos desde los
albores de la historia está siendo ampliada. Con los avances habidos
en tecnología de la comunicación la concepción de estar juntos o
de encontrarse dos o más personas está en constante estado de
expansión, desprendiéndose del anclaje geográfico de sus
primitivas posibilidades. El
hecho de poder hacer coincidir el discurso hablado o escrito en dos
lugares diferentes y en un mismo momento logra un efecto no sólo
subjetivo sino también real de acercar a sus protagonistas al
momento de ponerlos en contacto comunicativo. Ese contacto cuando es
parte de un diálogo analítico les pertenece a ambos de la dupla por
los efectos comunicacionales, cognitivos y transferenciales que
produce.
La
transferencia es una operación mental en la que su escena y afecto
originales provienen de otro tiempo
y lugar
y logra instalarse en el aquí
y
ahora
del diálogo analítico. Las emociones incluidas en el actual vínculo
se trasmiten físicamente (vibración sonora de la voz) en el
denominado ciberespacio. Allí adquiere la velocidad de un tiempo
infinitesimal para atravesar muchos o tal vez muchísimos kilómetros.
Cuando puntualizamos una experiencia psicoanalítica como aquí
y ahora
aludimos también a esta específica experiencia de espacio
tiempo.
Esta
multiplicada posibilidad comunicativa actual ha afectado a la idea de
presencia
al ampliar
el alcance de dicha concepción, históricamente absoluta, con esta
nueva posibilidad que yo denominé “Presencia comunicacional”.
En
el encuadre a distancia, la idea de presencia
queda desligada
de
la necesidad de estar uno frente al otro o muy cerca. Al
desvincularla de la necesidad de un afrontamiento corporal directo la
presencia
queda a merced de otra necesidad: la de contacto
y
de encuentro
comunicacional
entre analista y analizando.
En
efecto, las actuales
posibilidades comunicativas permiten hacer realidad lo que desde
siempre fue considerado imposible: protagonizar en tiempo
simultáneo una común experiencia en dos lugares kilométricamente
distantes. El término comunicación
proviene de hacer común
algo proveniente de dos o más personas en diferentes situaciones.
Estoy
describiendo una nueva dimensión que ha adquirido el espacio-tiempo
en la realidad cotidiana y en su actual manera de ser palpitada,
entendida y elaborada, la que debe ser considerada en la actual
escucha analítica.
Esta
es una cultura que tiende cada vez más a retacearse tiempo para la
reflexión y la contemplación, es una cultura de acción, buscadora
de eficacia a cualquier precio, incluso a costa de quitarle sentido a
la vida como tal y vivir para darle sentido a los objetivos de éxito
competitivo.
¿Debemos
entonces los analistas reducir o ampliar las posibilidades de
análisis de la población? Pienso que, precisamente, al tener en
cuenta que en la vorágine de la cultura actual se retacea la
posibilidad de tener una actitud reflexiva, con el hecho de promover
que el psicoanálisis clínico esté más al alcance de la población
se está aportando no sólo a un beneficio profesional sino que se
tiene en cuenta una inquietud social.
Precisamente
por ello el Psicoanálisis, pensado desde su rol en la sociedad
actual, debe ingeniárselas para poder llegar a este humano que
funciona con esta tendencia de la era actual. Es necesario entonces
incorporar nuevos conceptos operativos a la y a la Técnica
psicoanalíticas (Avenburg, R. 2000). Por un lado es necesario
agregar matices a lo clásicamente establecido y desarrollar la
posibilidad siempre latente de crear nuevos conceptos acordes a las
necesidades que fuesen surgiendo. Por ejemplo, al haberse agregarse a
la cultura el concepto de género fue necesario revisar y reformular
conceptos básicos sobre sexualidad que en otro momento (1905) fueron
vertidos por Freud en “Tres ensayos sobre teoría sexual”. Otros
dos artículos muy sabios para su época (tiempo) (1912; 1913) y
lugar (espacio) tales como “Consejos al médico sobre el
tratamiento psicoanalítico” (Simoes, G. 2000) y “La iniciación
del tratamiento” merecen ser hoy también revisados. Ello no los
descalifica pues fueron hechos como primer intento de sistematizar
conceptualmente la comprensión y los tratamientos analíticos. Estos
artículos fueron pensados coherentemente a la medida de su tiempo y
su cultura regional. Para ser buenos analistas con nuestros
pacientes, al igual que Freud y sus más conspicuos seguidores,
necesitamos disponer de los elementos teórico-técnicos necesarios
para operar de acuerdo a los paradigmas vigentes de la época en que
nos toca psicoanalizar. ¿A cuál me estoy refiriendo específicamente
ahora? Al ritmo que marca el mundo globalizado con un número
infinitamente grande de traslados periódicos o de migraciones más
definitivas que plantean a algunos pacientes la necesidad de
interrumpir o encontrar otra forma de análisis adecuada a su nueva
realidad. El desafío actual que se nos presenta está en buscar cómo
ir instalando, así en gerundio, un análisis con la frecuencia
semanal posible de instalar en su inicio: aquella que se va pudiendo
acordar con el paciente, para ayudarle a despertar ese interés
reflexivo e introspectivo que socialmente tiende a languidecer.
Si
pretendemos que haya más psicoanalistas y más pacientes, una
tendencia inversa a la que comenta el Boletín de IPA al que antes
aludí, es necesario considerar muy seriamente el factor distancia
que conlleva concurrir a sesión 3, 4 o 5 veces por semana y el
tiempo en horas que lleva poder concretarlas. Al tiempo que requiere
una sesión se le debe agregar el tiempo de viaje al consultorio del
analista más el tiempo empleado en trabajar para pagar el costo del
tratamiento mismo y las horas ociosas del viaje al consultorio.
El
psicoanálisis y el psicoanalista en su praxis, desde su propia
concepción teórico técnica, debe poder abarcar al humano con una
lente siempre actualizada en tiempo y espacio, sin por ello perder la
perspectiva de seguir considerándolo en situación consigo mismo, su
historia, sus valores, sus síntomas, sus vínculos primarios y su
vínculo transferencial. El analista debe actualizar el Psicoanálisis
con el que opera y debe también actualizarse en la óptica con la
que mira la realidad existencial del paciente en situación de época
y lugar (espacio-tiempo) para poder operar con un saber y una forma
de abordaje psicoanalítico acorde a la sociedad en la que le toca
actuar. Al igual que Freud y sus distinguidos contemporáneos, se
debe tener en cuenta los paradigmas de valores y comportamientos
imperantes, lo que no implicaría someterse a ellos sino registrarlos
para poder abordarlos. De no operar así, el psicoanálisis clínico
corre el riesgo de convertirse en un interesantísimo constructo
teórico con cada vez menores posibilidades de implementación, digno
de figurar en los mejores anaqueles de una biblioteca. En su
evolución, salvo algunos momentos breves y de carácter local o
regional, el psicoanálisis en su propia genealogía evolutiva ha
mostrado siempre estar dispuesto a continuar progresando de la manera
como lo pregonaba Freud (1922) en “Dos
artículos de enciclopedia: Psicoanálisis y Teoría de la libido”,
en
el que allí afirmaba:
“El
psicoanálisis no es un sistema como los filosóficos que parte de
algunos conceptos básicos definidos con precisión y procuran
apresar con ellos el universo todo, tras lo cual ya no resta especio
para nuevos descubrimientos y mejores intelecciones”.
Lógica
de base.
Nuestra
manera de pensar nuestros objetos de estudio o la realidad toda está
sobredeterminada por una lógica subyacente en el sentir y el pensar
que orienta y conduce a esta actividad, proceso éste que denominé
“lógica de base”.
Con
esta denominación me estoy refiriendo a una postura elemental y
axiomática que opera en la mente como un determinante al momento de
tomar una decisión o adoptar una conducta. Funciona a la manera de
una lente cristalina de constante permanencia que labora
subliminalmente que, al refractar lo percibido, atribuye un
significado. Es un punto de partida con el que se interactúa con el
mundo y también consigo mismo. Observar la realidad a través de
ella ofrece una perspectiva tal que deja la marca de su protagonismo.
Produce un sentido de orientación que promueve una tendencia y
determina cierta postura frente a los estímulos provenientes de sí
o del medio circundante (Carlino, R. 2000; 2010).
La
circunstancia que envuelve
a un analista como pensador del psicoanálisis y también al momento
que forma parte de la dupla en una sesión a distancia, no puede
pasar inadvertido. En esas circunstancias se está operando “en”
y “con” un entorno de época y lugar (tiempo-espacio),
que requiere un trabajo de discriminación permanente pues es
necesario considerar los valores de las distintas regiones en que
cada uno de la dupla se halla inmerso. Uno de los objetivos básicos
del psicoanálisis clínico consiste en detectar lo inconsciente del
paciente en momento y situación pasada y su correlación actual.
Ello llevó a relacionar dos conceptos témporo-espaciales: el allá
y entonces con
el aquí
y ahora,
no sólo en relación al analista sino también en relación al
entorno de tiempo-espacio
que circunscribía al pasado ocurrido y al presente ocurriendo en la
sesión.
La
sesión analítica es procesada y conducida por analistas que están
atravesados por valores contemporáneos a su desarrollo en su sentir,
pensar y operar. No obstante es posible concebir que el análisis
personal de cada analista contiene la experiencia telescopada o
eslabonada en tiempo y espacio geográfico de las generaciones de
analistas previos a su analista actual. Esta mirada transgeneracional
nos muestra una impronta del pasado en el presente. Si éste
permaneciera impasible a la influencia de aquél se frenaría el
desarrollo del psicoanálisis en lugar de enriquecerse en cada
“reedición” analítica. Esta última posibilidad aporta
expectativa de actualización en los nuevos pacientes y a la vez
promueve un desarrollo epistémica evolutivo. Tanto los analistas
como los pacientes son personas que crecen, se articulan y operan con
la incorporación de los nuevos paradigmas que promueven las
transformaciones socioculturales y tecnológicas mencionadas,
fenómeno éste que el Psicoanálisis como ciencia empírica no debe
desconocer.
Lo
recién afirmado puede ser observado en distintos momentos de la
historia evolutiva del psicoanálisis cuando mostró que pudo ir
enriqueciendo su teoría y su técnica al momento de tener que
brindar asistencia psicoanalítica a niños, adolescentes, parejas,
familias, grupos. Debido a la demanda psicoanalítica de pacientes
más regresivos: borderline y psicóticos, fue necesario concebirlo
desde puntos de partida diferentes. La praxis psicoanalítica, aunque
con objetivos psicoterapéuticos más acotados es también
implementada en hospitales públicos y en instituciones privadas.
Hubo que crear nuevos elementos y concebir nuevas maneras y
diferentes metas y abandonar también ciertas pretensiones clásicas
para poder implementarlo. [Carlino, R.et alt. (1993); Cornide Cheda,
E. (2012); Descarrega i Font, J. (2000)]
Fenómenos
de espacio tiempo en el propio método:
En
el psicoanálisis a distancia el otro que está “allá” está
simultáneamente también “acá” en esa ubicuidad de su voz y del
mensaje contenido en ella, con su tono, su cadencia, su lentitud o
rapidez o su silencio, como ausencia en el sentido clásico del
término y muy presente en el fragor de la comunicación
transferencial. Cuando agregamos una cámara web la imagen emitida
por cada emisor al instante será percibida por el receptor y hará
también su efecto comunicacional. En cuanto a la distancia, en estas
experiencias analíticas, ésta no se mide en patrones métricos sino
en el espacio de tiempo empleado entre la emisión y la recepción
del mensaje y entre ambos se va creando el espacio
inter
del diálogo.
Razones
de distancia han sido precisamente una de las motivaciones iniciales
que han aportado a la razón de ser y de poner en marcha un
tratamiento psicoanalítico por vía telefónica. Hoy se observa que
se van agregando nuevas motivaciones, más allá de las vinculadas a
la relación distancia-tiempo como ser: pacientes con discapacidad
motora, otros que sólo se animan a iniciar un análisis si es a
distancia, por motivos dictados por sus propios síntomas: fobias,
inhibiciones, analizarse a escondidas de su pareja y otras
situaciones que nos eran inimaginables porque nunca se presentaban en
nuestros consultorios. Jamás tuve noticias de que se analizara un
sordomudo, salvo que el analista supiera comunicarse con un lenguaje
de señas. Hemos visto antes que hoy es posible hacerlo. Ya no
resulta necesario justificar un psicoanálisis a distancia con
cientos o miles de kilómetros de lejanía. Como ya vimos, la
distancia es tenida en cuenta en función del tiempo que se tarda en
llegar al consultorio del analista. Son las cosas que nos están
pasando en los tiempos que corren.
El
psicoanálisis a distancia debido a que como tema está aún en sus
albores, resulta insuficiente cualquier espacio que disponemos para
hablar de él pero, como decía al comienzo, el espacio y también el
tiempo delimitan un perímetro y una superficie. Ambos ya han sido
colmados.
Muchas
gracias.
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Member International Psychoanalitycal Association.
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