Todo en su casa se está derrumbando, su esposa no deja de llorar, su hija Irene se enfrenta a su manera a la tragedia. Giovanni, sin embargo, se niega a aceptar lo ocurrido y pretende llevar una vida normal, pretende que él puede seguir, pretende que en la feria subiéndose a los juegos mecánicos se puede probar que nada pasa, pretende demostrar que puede seguir tratando a sus pacientes y que no guarda resentimiento contra el paciente al que fue a ver y al que culpa en parte por la muerte de su hijo.
El psicoanalista, alguien que es capaz de oír a los demás y de mantenerse al margen de los problemas que manifiestan para poder ayudarles, nos muestra su punto de vista ante la historia y la pérdida de un hijo, y nos muestra el dolor en alguien que en principio puede soportarlo.
Giovanni es un padre "modelo" pero ni eso le sirve ahora que se siente culpable. El padre es capaz de escuchar o intentarlo, pero esta vez no tiene quien le escuche y se muestra renuente a que su familia lo haga.
Podemos apreciar la estabilidad de una familia de clase media-alta, sin mayores problemas, en una serie de eventos que confirman la vida ordinaria y tradicional de un grupo de personas, cuando de repente la vida de la familia cambia; y así la el guión nos hace ver que no dejamos de ser personas, que en el fondo todos hemos perdido a alguien que amamos, y la madurez con las que se nos muestra esta realidad nos permite identificarnos sin conmiseraciones.
La historia de la novia del hijo, desconocida, y la presencia de las fotografías de la habitación, junto con el viaje hacia Francia a manera de liberarse y de permitirse confiar y afrontar el hecho de que la vida sigue y que la aventura de la vida es la vida misma, es un detalle brillante: las preguntas obvias sobre el amigo de la muchacha, la idea de ir hasta la frontera, la decisión y las risas, son un tributo a la vida, a la posibilidad de caminar junto a la playa, de respirar la humedad y la brisa, de poder sentir el viento en el rostro.
La película nos muestra el sufrimiento y la madurez ante lo inevitable, y cómo cada uno de los integrantes de la familia enfrenta el doloroso proceso de aceptación y de perdón, los lazos de familia que ante esta pérdida se va desintegrando cada uno resolviendo su duelo y cómo se puede entender desde distintos análisis la dinámica familiar, lo que sucedió con el hijo ante el misterio de cómo murió, y si realmente era escuchado por el padre; y la necesidad de aferrarnos a la vida, buscando respuestas en todo momento, averiguando y elaborando algo que para esta familia fue muy difícil.
Pudimos escuchar los magníficos comentarios del Dr. Rodolfo Ongay así como del Mtro. Ricardo Velasco que con una prosa llevó a los oyentes a entender el papel de la ética del psicoanalista.
Por. Jaime Espinoza
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