Compartiendo y violando espacios privados: conflicto estético y fenómenos grupales 1
José
Carlos Calich 2
En
1976, Donald Meltzer y Martha Harris desarrollaron a pedido de las
Naciones Unidas un informe llamado “Un modelo psicoanalítico del
niño en la familia y en la comunidad”. Su objetivo era servir de
directriz para racionalizar la observación de la conducta humana y
de los estados mentales para el diagnóstico de las relaciones del
niño en la familia y en la comunidad y, también para finalidades
terapéuticas. Subrayan que “este modelo nació de la aplicación
creativa del pensamiento psicoanalítico a los procesos familiares y
tiene aplicaciones específicas concernientes a la
función educativa de la familia”.
(Meltzer y Harris 1976,
pág. 387, subrayado mío).
Pocos
han sido los trabajos psicoanalíticos que trabajan la función
educativa, aquella volcada al crecimiento emocional, a partir de los
estados mentales familiares (extensivos a los grupos y a las
comunidades), utilizando un sólido referencial metapsicológico.
Mi
intención con esta comunicación preliminar de un trabajo que está
siendo desenvuelto en mayor extensión es inicialmente promover una
relectura de algunos ángulos de este informe partiendo de la
introducción de un modelo estético de la mente (Meltzer, 1988),
bastante posterior al de la publicación de este mencionado. En un
segundo tiempo de este trabajo pretendo proponer la discusión sobre
la aplicación de algunos de los parámetros expuestos para la
situación analítica, buscando conceptuar “intersubjetividad”
basada en estas conjeturas previas.
Los
modelos para la comprensión del niño-en-la-familia-en-la-comunidad
y el adendo de una dimensión estética
Meltzer
y Harris
introducen el informe presentando sus bases teóricas. Después de
localizar el dolor
mental
como el fenómeno central en todas las concepciones psicoanalíticas,
hacen uso de un concepto de la metapsicología estructurada en seis
dimensiones: a. la dimensión estructural: el Self;
b. la dimensión dinámica: la mecánica para manejar el dolor; c. la
dimensión económica; d. la dimensión genética; e. la dimensión
geográfica y f. la dimensión epistemológica.
En
esta última, se diferencian las categorías del aprendizaje:
1. Aprehender
con la experiencia – requiere una modificación, un venir a ser;
2. Aprehender
por identificación proyectiva – fantasía omnipotente de meterse
adentro y adueñarse de las cualidades mentales del otro;
3. Aprehender
por intermedio de la identificación adhesiva – imitación
desmentalizada de la apariencia y de la conducta;
4. Aprehender
por el “juntar de la basura” – no puede pedir ayuda o aceptarla
con gratitud – partes envidiosas;
5. Aprendizaje
delirante – solo lo oculto es de valor. Construye un mundo
anti-natural.
6. Aprender
sobre el mundo – no lleva a la modificación, pero sí a una
“decoración de una persona social”.
El
acrecimiento de una séptima dimensión estética introduciría los
siguientes elementos, ya ampliamente descriptos en la literatura y
que me limito, en este momento a mencionar:
1. El
crecimiento a partir de un estímulo para el pensamiento oriundo del
misterio del interior del objeto, contrapuesto al exterior conocido a
través de la sensorialidad.
2. No
sólo el vínculo K estaría involucrado en impacto, sino todos los
vínculos +L,+H,+K,-L,-H,-K, en un estado mental de “pasión”.
3. La
necesidad de una “reciprocidad estética” (Meltzer, 1988)
4. El
desarrollarse está en la dependencia de padres que propicien un
espacio
protector
donde el niño pueda tener el tipo de experiencia de relación
emocional íntima, del cual la evolución de la personalidad depende
(Meltzer, 1988 pg. 63);
5.
La adquisición del lenguaje y de la movilidad tiene la consecuencia
de que la influencia del estado mental de los padres sea diluida en
relación a otras figuras del convivir (Meltzer. pg. 62), o que se
amplíe de manera crucial en la adolescencia a través de los estados
mentales propios de este momento, mantenidos a cuesta de la relación
con otros miembros del grupo (Meltzer y Harris, 1975);
6. El
estímulo a la imaginación sería una marca eterna del impacto del
enigma del objeto en el psiquismo individual y serviría como fuente
de los estímulos posteriores despertados por otros objetos;
7. El
concepto de verdad, coherente con esta dimensión, a la vez que
mantenido como “alimento de la mente”, evolucionaría a partir de
un concepto ligado al sentido de verdad en correlación al sentido
común, parte de la dimensión epistemológica (Bion, 1962) para la
verdad como belleza y enigma (en el sentido del ítem 6 arriba, el
mantenimiento del enigma como estímulo a la imaginación);
8. La
imaginación despertada por el objeto estético exige un trabajo
psíquico constante para dar parte de la turbulencia causada de
manera simultánea por el misterio inaprensible y por la pasión con
el consiguiente estado de confusión y por la desilusión (ligada por
ejemplo, a la pérdida de las cualidades omniscientes-omnipotentes de
los padres externos ocurrida a cada aislamiento del seno);
9. Los
límites del trabajo de la imaginación son establecidos por las
posibilidades del bebé/sujeto, por
las cualidades de los elementos auxiliares
y por la realidad del objeto (Meltzer, 1988). Llamo aquí elementos
auxiliares3
aquellos del entorno del bebé (familia/comunidad) que promueven
estructuras (formas) para la construcción de los objetos internos.
Por ejemplo, la realización (individual) de las pre-concepciones
innatas de la especie y su experiencia de miles de años,
transformadas en ideas, como belleza, bondad, generosidad, perdón,
caridad, sabiduría (Meltzer, 1988, pág. 63).
El
modelo estético y el grupo (familia/comunidad)
La
dimensión estética de la mente es una evolución del pensamiento
psicoanalítico. Una ampliación de Meltzer a la contribución de
Bion.
Además
de ofrecer un modelo para el inicio de la vida mental, propone, por
la alteración de sus principios organizadores, características para
el funcionamiento mental posterior, redefiniendo conceptos ya
conocidos tanto de Freud, Klein y Bion, como de él mismo.
En
función del foco que aquí me propongo abordar utilizo como ejemplo
de esta redefinición aquella de los movimientos de proyección
introyección que se hace necesaria a partir del modelo propuesto:
Al
depararse con la paradoja del exterior sensorialmente aprehensible
del objeto con su interior misterioso, el bebé ha estimulado su
sistema de proyección introyección en búsqueda del contacto
con este interior enigmático, en un trabajo que teniendo como base
la imaginación, construye y limita espacios (mundo interno y mundo
externo así como espacios y áreas dentro de estos mundos).
En
mi modo de entender, hay un límite al trabajo imaginativo, propuesto
por el modelo que es el límite de las preconcepciones del bebé y de
la “realidad” del objeto. Probablemente en un movimiento
semejante a aquel que Umberto Eco (1986, 1992) llama de los “límites
de la interpretación”. Aunque no expresado de forma manifiesta en
el texto de Meltzer, me parece implícito en sus articulaciones. Tal
vez pudiera tener la siguiente formulación: Si el dolor psíquico
fuera tolerable, una especie de coparticipación entre sujeto y
objeto establecerá los límites, una construcción al estilo
narrativo, en el mundo interno del sujeto, de la experiencia
emocional vivida, a partir de la contemplación del objeto estético,
del encuentro de las preconcepciones de aquel sujeto individual con
las posibilidades de realización ofrecidas por aquel objeto
particular, sometidas ahora al trabajo de la imaginación
(articulación, reordenamiento, retranscripción, complejidad).
Utilicé
(Calich, 2003) la expresión correalidad, en un sentido aproximado al
de Max Bense (1968) tomado como patrón de lo que, para este autor es
el encuentro entre la realidad material y la experiencia nueva, de la
cual resulta un estado creativo, para definir esta coyuntura.
La
base, aquello que construye las condiciones de posibilidad de esta
correalidad, es la reciprocidad estética (Meltzer, 1988) que
“valida” los primeros movimientos de proyección
introyección, tema que retomo a continuación.
La
imaginación del sujeto deberá encontrar algo que estimule su
permanencia y mantenimiento de la fuerza enigmática, de la belleza,
de la paradoja. Aquello que nos estimula a siempre ir en la búsqueda
de conocer algo más. En mi entender, este es el concepto de belleza
como verdad a la que Meltzer se refiere. Verdad como enigma, que,
conforme señalé anteriormente, sustituye el concepto de verdad
relacionado a la correlación del modelo epistemológico.
El
dolor psíquico intolerable (por ejemplo, la inexistencia de
reciprocidad estética) impedirá que la correalidad se establezca y
hará que la imaginación pierda su límite y fuerza enigmática. La
persistencia de elementos protomentales, sin utilidad metafórica,
sin articulación con otros elementos, reteniendo apenas propiedades
metonímicas, lleva al mantenimiento de áreas operatorias, regidas
apenas por la cognición y pensamiento lógico, áreas estas que se
prestarán a la evacuación como manifestaciones psicosomáticas,
alucinaciones, acción voluntaria no simbólica y mentalidad
grupal.
El
mantenimiento en el mundo interno del objeto estético (aquel capaz
de estimular la imaginación y la búsqueda al conocimiento) genera
una necesidad de publicación en el mismo
sentido de la función de la publicación, comunicación y sentido
común (Bion, 1962). En mi entender eso dará origen a un movimiento
paralelo estético y epistemológico. Mientras que en el nivel
estético de la experiencia, nuevas formulaciones se buscan, en el
nivel epistemológico, la función asociativa de sus productos
buscará la “consolidación” de las experiencias emocionales, que
al mismo tiempo que fortalece la noción de identidad y seguridad,
limita la actividad estética, en un sentido próximo al esquema de
paciencia
seguridad de Bion.
Pienso que esto es necesario por la imposibilidad de permanecer con
un nivel de inseguridad
permanente, por la turbulencia emocional que provoca.
Tanto
la experiencia estética como la epistemológica tenderán a buscar,
según deduzco del modelo meltzeriano, una especie de “referéndum”
en el objeto externo (objeto
parental, familia y comunidad),
pero en sentidos diferentes. Mientras la función estética busca la
correalidad, la reciprocidad, lo desconocido y lo misterioso, la
función epistemológica buscará la “validación” de su
experiencia en
el grupo,
lo que permitirá el acumulo y la asociación y articulación entre
las emociones.
Es
necesario que se establezca una diferencia entre esta “validación”,
del nivel epistemológico, para una validación meramente cognitiva
de los niveles protomentales o de las maniobras de adaptación
oriundas de las convenciones de la vida social. Entiendo
que éste sea el sentido del destaque que Meltzer hace con relación
a la espacialidad del modelo – diferentes espacios simultáneos
para lo protomental y para los diferentes niveles de lo mental. Creo
(Calich, 2003b, 2004) que el grado de dispersión y reordenamiento de
la experiencia emocional en los diferentes niveles simultáneos
obedece a los principios da la complejidad y de la teoría del caos 4
y tene primacía en lo estado mental y por lo tanto en la realidad
psíquica resultante de acuerdo con los diferentes condicionantes y
organizadores internos y externos (evocadores) del sistema.
En
el nivel estético de la experiencia, el
grupo
y la correalidad proveen códigos que denominé “elementos
auxiliares”, oriundos de las estructuras culturales y mitológicas
que auxiliarán en la construcción de la estructura narrativa que
formará los nuevos objetos del mundo interno, objetos estéticos,
por el mantenimiento del enigma. Éstos tendrían los límites y las
posibilidades del sujeto y de su objeto.
Todos
estos movimientos amplían o limitan las llamadas capacidades
simbólicas, las funciones estéticas de la personalidad, y necesitan
del objeto externo (objetos
parentales, familia, grupo)
para mantener su vivacidad.
Algunas
configuraciones del objeto externo parecen dificultar de modo
particular el despliegue de la función estética. Meltzer (1988)
dice que la inversión de las funciones maternas y paternas en la
dupla parental son especialmente nocivas5.
Me
gustaría proponer una ampliación de este enunciado haciendo énfasis
en el papel de la escisión (splitting)
en el interior del objeto externo. Entiendo que la escisión
(splitting)
patológica en el interior del objeto externo suele provocar una
dificultad e incluso una imposibilidad del despliegue de la función
estética en el siguiente sentido. Si el objeto externo presenta una
escisión insuficiente, entonces permite que elementos mentales y no
mentales se confundan, ofreciéndose como un objeto invasivo donde
superficie e interior son una sola cosa, impidiendo la paradoja, el
misterio.
En
un mismo sentido, en el polo opuesto, la escisión patológica que se
aparta demasiado de lo interior, impide la paradoja, el misterio,
presentándose solamente como superficie, hueco, sin capacidades de
producir el espanto.
La
estructura familiar y grupal (social) que mantiene este tipo de
escisión conlleva una dificultad para la función estética, siendo
para mí lo que ocurre en familias o grupos con estructuras perversas
y en sociedades, asó como en culturas estructuradas de modo
perverso o psicopático.
Creo
que una parte importante del grupo de las así llamadas “patologías
actuales”, e incluso la aversión creciente al psicoanálisis
tienen su origen en vínculos de este tipo con los objetos
originales, la familia y la cultura.
Para
concluir este relato, me gustaría subrayar que el individuo ofrece
su privacidad para posibilitar la correalidad y suele tener sus
espacios privados compartidos o invadidos. En el primero caso con la
fructificación de la función estética y en el secundo, uno los
cuadros de empobrecimiento de la vida de imaginación lamentablemente
tan comunes en nuestro momento evolutivo.
La
cuestión de la intersubjetividad y el modelo estético de la mente
Una
vez que, según mi punto de vista, en el modelo estético de la
mente hay una mayor participación del objeto externo y del grupo en
la psique, la segunda cuestión que propongo es: ¿qué tipo de
intersubjetividad entre analista y paciente está implícito en este
modelo?
Para
ser breve, pretendo solamente delinear la cuestión como sigue:
En
el modelo propuesto, la construcción de la imaginación y de los
significados se da en lo intrapsíquico, todavía que con la
participación del grupo y de los elementos auxiliares. No hay
énfasis a un “espacio íntersubjetivo” con características
particulares, no obstante hayan espacios compartidos (públicos y
privados).
De
este modo, es probable que para avanzar en esta cuestión sea
necesario ampliar más todavía la comprensión de la articulación
entre el individuo y el grupo, entre lo privado y lo público, entre
el secreto y su violación, a
la luz del modelo estético,
(como
lo hizo de manera perseverante y consistente Kaës — 1993, 1998).
Imagino que la preocupación epistemológica del proyecto de Meltzer
y Harris permitirá que se avance en esta dirección.
Referencias:BENSE, M. (1968) Pequena estética. São Paulo. Perspectiva. Coleção debates. 2003.BION, WR (1967): Estudos psicanalíticos revisados. 1988.CALICH, JC (2003) O inconsciente e suas tensões atuais. Revista de Psicanálise da SPPA. Vol X. N°3. 2003.CALICH, JC (2003b). Mundo Interno e transformações. In. Eizirik, C. et al (orgs.) Psicoterapia de Orientação Analítica: Fundamentos Teóricos e Técnicos. Porto Alegre. 2005.CALICH, JC (2004). Comentário ao trabalho de Jorge Canestri: Processo Analítico e transformações. Revista de Psicanálise da SPPA. Vol. XI. Nº 2, 2004.ECO, U. Obra aberta. Forma e indeterminação nas poéticas contemporâneas, trad. de Giovanni Cutolo, São Paulo: Perspectiva, 1988.ECO, U. Lector in fabula. A cooperação interpretativa nos textos narrativos, trad. de Attílio Cancian. São Paulo: Perspectiva, 1986.ECO, U. (1992) Os limites da interpretação. São Paulo: Perspectiva. 2004.LAPLANCHE, J. (2003): Três acepções da palavra ‘inconsciente’ no quadro da Teoria da Sedução Generalizada. Revista de Psicoanálisis de la SPPA. Vol X, n°3. 2003.MELTZER, D. (1976): A psychoanalytic model to the child-in-the-family-in-the-community. In: Hahn, A. (ed.) Sincerity and other works. London. Karnac. 1994.MELTZER, D. (1988) The Apprehension of Beauty. Clunie Press.MELTZER, D. y Harris M. (1975): Adolescentes. Buenos Aires. Patia Editorial. 1998.MONDRZAK, Viviane S., et. al. O inconsciente na perspectiva da compexidade e do caos: uma abordagem inicial. Rev. de Psic. da SPPA. 3,2003PRIGOGINE, Ilya. O fim das certezas. São Paulo: UNESP, 1996
1 ...
2 José Carlos Calich, Porto Alegre E-mail: jccalich@via-rs.net
3 En un sentido semejante al del Pseudo-inconsciente del Mito-simbólico de Laplanche (2003).
4 A aparente desordem em um sistema dinâmico onde podem ser identificados padrões particulares de organização episódica, com a possibilidade do estabelecimento de regras para estes padrões constitui-se, para a teoria do caos, um processo determinístico não linear, um sistema caótico. Duas características fundamentais deste sistema são a sensibilidade às condições iniciais (pequenas variações nestas promovem comportamentos não preditíveis do sistema) e a existência de atratores. Estes últimos são organizadores temporários, repetitivos ou não, do sistema (atraem o sistema a uma determinada organização). Um “atrator estranho” é um tipo específico de atrator que é produzido pelo próprio sistema a que organiza (Sintetizado a partir de Prigogine, 1996, Gleick, 1989 e Mondrzak et. al., 2003.).
5 “Splitting of the nipple-penis from the breast, which generates an eroticized penis and an envious breast-with-a-hole, seems to be the most serious impediment to development”. La escición del pezón-penis del seno, que genera un penis erotizado y un seno-con-un agujero envidioso, parece ser lo que impide de manera más profunda el desarrollo”. (Meltzer, 1988, pág. 62).
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