MTRO. JOSÉ GABRIEL HERNÁNDEZ MORA.1
Santamaría
y Sánchez (2011) están de acuerdo en considerar este tipo de
encuentros entre analistas en formación como un cuarto elemento que
se suma al trípode de la formación analítica, pues corre por un
vector distinto a un suceso común en las instituciones, cito: “En
la institución sucede lo que Käes (1989) ha denominado negatividad
de la obligación: Esta es la que obedece a la necesidad de efectuar
operaciones de rechazo, de negación, de desmentida, con el fin de
preservar un interés importante de la organización psíquica, la
del sujeto o de los sujetos con los que existe un vínculo
importante. Estas operaciones recaen sobre una percepción o
representación inaceptable por una instancia psíquica y que
mantendrán en silencio hechos que podrían resultar perturbadores
para la historia del grupo, pero cuya negación tiene efectos.” Por
lo anterior y por asistir a un evento que congrega con éxito a
tantos analistas en formación de los 5 institutos de IPA en México,
felicito a los organizadores y a cada uno de los participantes y
asistentes. Entonces el día de hoy asistimos a un evento en donde
esa negatividad de la obligación puede experimentarse como
positividad en la formación.
“En
la Edad Media y en el Renacimiento, antes de la era clásica, la
locura se reviste de esa aura que hace de ella un misterio (…) No
sólo porque su naturaleza permanece profundamente escondida sino
también porque, a su través, se trasluce algo del orden de lo
divino, o de lo demoníaco. Ella va unida a la pasión.”
Green,
A. 2001, p.218.
Es
lugar común hablar de la “pasión” en psicoanálisis y en
ocasiones, como un elemento casi necesario para enfrentar los
avatares que pudiera presentar la formación analítica y la tarea
imposible de analizar,
pero, ¿A qué nos referimos con pasión por/en el psicoanálisis?
¿Qué estamos entendiendo los analistas en formación por pasión?
¿Es algo con lo que
uno llega, se construye en el camino o se descubre? Este término no
aparece como propio del psicoanálisis, sin embargo es frecuente
encontrarlo como recurso para dar cuenta del interés asociado al
deseo de ser analista
–—entiendo que interés y deseo corren por caminos distintos y
que eso hará de la práctica y del ser
analista una marcada diferencia— Más aún, el tema de este
encuentro designa varios lugares desde los cuales abordar la cuestión
del “en” y del “por” el análisis, ¿nos queremos referir a
la pasión en el análisis del analista, o en el análisis de
nuestros pacientes? ¿Queremos hacer referencia a la pasión por el
edificio teórico o por la dimensión clínica? ¿O bien hablamos de
la fuerza interna y dinámica que fluye a fin de investir la función
analítica y hacer frente a los avatares de la formación y la
profesión? O bien lo pensamos desde lo institucional; con sus
apasionados debates.
¿Qué entonces con los “des-apasionados” o faltos de lo que uno
llamaría pasión?, ¿acaso es esto posible?
Trato
de entender y en el mejor de los casos construir entre todos nosotros
analistas en formación, qué haría de la pasión un elemento2
psicoanalítico y no sólo una conceptualización y menos una
especulación que describa un fenómeno que suponemos pasa. Trato de
pensarla como una función o movimiento del psiquismo, que ejerce
influencia en y desde las tres instancias y que aparece en el curso
del proceso, y que así mismo se puede definir por su asociación o
ligazón a otros elementos o conceptos psicoanalíticos.
Por
lo anterior y a manera de hipótesis, propongo pensar que: la pasión
no solamente es vinculada al analista, ni solo al paciente, sino al
psiquismo y la vida pulsional. Entonces, tampoco ubicado
conceptualmente y de entrada del lado de la psicopatología o de una
cierta normalidad. Al ocupar un espacio en el psiquismo y vida
afectiva, ocupa un lugar en el setting y acto analítico. Digo acto,
porque me parece que el análisis se produce en momentos, segundos
privilegiados.
Recurro
para este entendimiento inicial a los escritos de Green (2001) y Bion
(2000) en donde creo podremos encontrar un camino, probablemente
entre muchos, como lo representará cada uno de mis colegas en su
pensamiento creativo y a través de sus trabajos.
Green
(Ibíd.) hace un estudio de los caminos que este concepto ha
recorrido, desde la mitología hasta la religión, la psiquiatría y
el psicoanálisis; siendo por momentos paralelo a la locura, el
placer y el desbordamiento del yo, objeto de rechazo, exorcismo y
exclusión. El correlato con el mundo psíquico y lo pulsional se
presenta como inevitable. Pasión y pulsión es la articulación que
se propone explorar este trabajo.
Una
cuestión a esclarecer se me presentó al elaborar el mismo: ¿Por
qué hablar de pasión y no de pulsión? Parece de entrada que el
correlato pasión-pulsión, como decía, se presenta inevitable, pero
cómo es que se logrará diferenciar uno de otro, si es el caso, no
es común escuchar que alguien se pulsione
de su trabajo, se apasiona quizás, se enamoran dicen otros y esto me
hace pensar de inmediato en la transferencia y la fantasía.
¿Por
qué insistir en esto? Creo que como analistas en formación hay
cierto compromiso con el tratar de integrar al cuerpo teórico
aquellos elementos o conceptos que creemos dan cuenta de un fenómeno
clínico, y que se encuentran arraigados en el discurso propio,
cotidiano, lo hacemos hasta donde nos lo hace posible la experiencia
y el entendimiento, con cierta rigurosidad metodológica que
efectivamente nos haga entender que el fenómeno clínico y la teoría
psicoanalíticas se tienen que poder explicar en su articulación y
funcionamiento metapsicológico.
Recuerdo
que fue así como llegue a escribir e investigar acerca del vínculo
terapéutico, que a mi parecer, era utilizado como una especie de
comodín teórico para
explicar el éxito o fracaso de un tratamiento, lo cual me hacía
pensar que detrás de expresiones tales como “fue por el vínculo”
se escondía un pliegue de desconocimiento por parte del analista
acerca de la efectividad terapéutica o de su arsenal técnico, sino
es que de sus puntos ciegos. La pasión es pues un elemento en el
entendimiento y trabajo diario y no un comodín teórico más o una
palabra linda que pretende dar cuenta de otra cosa que no contribuye
al pensamiento psicoanalítico.
Ahora,
en la lectura y análisis que hago de las propuestas de Green (Ibíd.,
p. 241) encuentro como relevante lo siguiente, él escribió:
“La
pasión se opone a la acción3,
como padecer es lo contrario de actuar. El yo padece la pulsión,
como el psiquismo padece lo corporal. El sujeto padece su pasión (…)
La pasión domina al sujeto, ella subvierte su razón; en realidad, a
su psiquismo íntegro. Lo aliena en su objeto. Comanda sus acciones.
Él no actúa ya, es actuado; pone en acto.”
Esta
es una de las consideraciones de las que me valgo para desarrollar la
idea de que la pasión en este sentido, obstaculizaría, bajo ciertas
condiciones, el proceso y estaría siendo afectada por lo tanto la
función analítica y la escucha
que debiera estar centrada en la transferencia y la demanda de
análisis, a lo cual añadiría que la pasión se puede oponer
también al pensar. Entonces, la pasión en montos excesivos y
desligados eclipsaría y en el peor de los casos arrasaría a la
transferencia y la fantasía dando lugar a los actos apasionados.
Green
emparenta locura y pasión, pero los deslinda de la psicosis, mas no
de la parte psicótica de la personalidad. Es deseable y necesario
para el análisis que éstos aparezcan, para entrar en el campo de la
transferencia, el encuadre firme facilita la vía y el paciente va
con uno a eso, ¿sino a qué? En términos de Bion (2000, p.248)
esperamos que aparezca la parte psicótica que se encuentra
recubierta de la parte neurótica y a salvo de su debido análisis,
si esto no sucede, se corre el riesgo como dice él, de que el
paciente se la lleve “cuidadosamente envuelta en los pliegues de su
transferencia inanalizada.” Vale más, pues, reconocer en el
material la parte psicótica del paciente para que no
se nos “aparezca” ahora sí, un analizante normópata
que haga de su análisis y su analista un relato feliz y el mejor
análisis hecho jamás. Esto tendría que ver quizá con el análisis
del carácter del analista y particularmente con su narcisismo.4
Entonces el analista trabaja de frente a la locura, de frente a la
pasión, más no apasionado, según la línea que se va desarrollando
aquí.
Green
(244,250-252, 265) dice que el psiquismo padece por la pasión de un
objeto que falta y del cual no tiene conocimiento, por lo tanto el yo
se ve arrastrado y desbordado en sus funciones esenciales de
integración y elaboración, no puede contener nada y a su vez no es
contenido ni sostenido por nada, pues trae en su funcionamiento la
marca de origen del ello, los estigmas de la pasión.
Se
puede rescatar a partir de lo dicho por este autor que la tarea del
analista frente a la pasión sería: A) Entender que la pasión es el
lenguaje de la pulsión y que es inconsciente B) que hay que
reconocerla y transformarla (trabajo de ligazón) por medio del
análisis, de modo que Eros pueda prevalecer sobre las pulsiones de
destrucción. C) Que tiene su matriz en la relación madre-hijo y que
es desde allí que se puede comprender.
Sin
ser gran conocedor de la obra de Bion, me da la impresión de que
quizá podrían articularse aquí algunos de sus desarrollos tales
como los de elementos psicoanalíticos, que permitan un
enriquecimiento de lo antes dicho. De inicio recurro a una
comunicación personal de la Dra. Jani Santamaría (enero 2013) quien
desde su lectura de Bion piensa: “Un elemento del psicoanálisis
sería todo aquel que lleva a las transformaciones, las cuales llevan
al crecimiento mental a través de la función-alfa. La pasión en
este sentido no permite el crecimiento, la pasión no puede crear,
por eso sería un anti-elemento psicoanalítico. Obsesión no es
pasión. La capacidad negativa es la tolerancia a la incertidumbre y
la pasión es todo menos eso.”
Lo
anterior recuerda lo antes dicho respecto a un yo rebasado y
desbordado por lo pasional, que subvierte a la razón y por tanto,
incapaz de actuar y de pensar, remite a la energía desligada es
decir, posiblemente cercana a estímulos sensoriales, objetos beta,
los cuales no han sido transformados en alfa o sea susceptibles de
ser pensados y utilizados por el psiquismo. Y por lo tanto no
disponibles en función del crecimiento, inaccesibles al
entendimiento del paciente pero actuantes,
proyectados y actuados. Con lo anterior vale
la pena reflexionar sobre los efectos de la identificación
proyectiva y las actuaciones en contratransferencia, que aquí no es
posible abordar pero que en una revisión de la obra de Leon Grinberg
podría quedar más claro. Podríamos pensar entonces que tanto la
función alfa como el aparato de pensar pensamientos se han visto
afectados.
Bion
(Ibídem) menciona que para él: “R5
(la razón) representa una función al servicio de las pasiones,
cualesquiera que sean, que lleva el predominio de éstas en el mundo
de la realidad. Por pasiones entiende todo lo que está comprendido
en L, H y K. De aquí se deduce que deben mediar L, H y K, en
diversos grados, no puede haber pasión pura entonces (o sea solo H)
y de serla sería algo sensorial, un elemento beta. ¿Entonces se
trata de que la pasión se convierta en I (idea) gracias a la función
alfa y pueda entonces adquirir la noción de elemento psicoanalítico?
De esta forma se intentaría contestar la pregunta inicial de cómo
la pasión se puede transformar en un elemento psicoanalítico. En
donde la pasión LHK se ven mediadas y vinculadas con la razón, la
idea, la transformación. Parece a mí entender que habla del asunto
del sentir pasional y la pasión pensada, en esta cita nos puede
quedar más claro:
“La
evidencia de la presencia de la pasión, que puede ser proporcionada
por los sentidos, no debe ser tomada como la dimensión de la pasión
(…) El tener conocimiento de la pasión no depende de los sentidos
(…) la pasión es la evidencia de que dos mentes están unidas y
que no puede de ninguna manera haber menos de dos mentes si la pasión
está presente. La pasión debe distinguirse claramente de la
contratransferencia, ésta última siendo evidencia de la represión.”
31,32.
Creo que con lo
anterior no se agota el tema, es más creo que se han abierto por lo
menos para mí más interrogantes sobre cómo opera la pasión en el
proceso psicoanalítico, cómo la identificamos y diferenciamos de lo
transferencial, cómo se trabaja. Es paradójica la propuesta de que
el reconocimiento de la pasión no depende de los sentidos, según
Bion, sin embargo abre el camino para pensarla en paralelo a la
transferencia, represión y contratransferencia.
Queda claro que para
Bion la pasión en
sí
no es un elemento en psicoanálisis, quizá haga falta explorar más
su pensamiento, hacerlo trabajar, sin embargo sí podemos decir que
encontramos más puntos de acuerdo entre lo que él piensa y lo que
propone Green, que desacuerdos, mas ligazón que desligazón, lo cual
nos pone sobre la pista de que la pasión sí
ha encontrado en el psicoanálisis terreno fértil para hacernos
pensar e integrarla a nuestro aparato conceptual.
La cuestión que queda
para pensar y teorizar a partir de lo anterior sería la posibilidad
de si se puede hacer trabajar a la pasión como un elemento
psicoanalítico al lograr articularla con un trabajo y pensamientos
analíticos que puedan llevarla hacia la ligazón y hacia la
transformación y/o representación vía la palabra y el sentido
vertidos en la interpretación, herramienta fundamental del analista.
Esto es lo que de inicio me evocó el tema que nos convoca hoy, el de
la pasión en psicoanálisis, si bien como decía al inicio no ha
sido un concepto que nace en el marco del análisis, sí los
analistas la han hecho andar y la han recorrido de diversas formas,
aquí yo solo me remití sucintamente a dos grandes pensadores, el
resto nos lo heredaron. Gracias.
Bibliografía.
Bion,
W. R. (2000). Elementos de psicoanálisis. Argentina: Lumen-Hormé.
Green,
A. (2001). De locuras privadas. Buenos Aires: Amorrortu.
Sanchez,
G. (2011). Revista de PSIMEF-APM. No. 1., México: Acua Multimedia.
Santamaría,
J. (2011). Revista de PSIMEF-APM. No. 1., México: Acua Multimedia.
1
Psicoanalista en Formación de la Asociación Psicoanalítica
Mexicana. Correo: jghmor@prodigy.net.mx
tel. cons. 5540 6329.
2
Trato de seguir en esto la idea bastante clara que propone Bion
respecto a los elementos del psicoanálisis, aunque la rigurosidad
en el empleo de estos puntos en un principio no se puedan aplicar
por completo a la pasión, él dice: “1) deben ser capaces de
representar una realización que originalmente describieron. 2)
Deben ser susceptibles de ser articulados con otros elementos
similares. 3) Cuando estén articulados deben formar un sistema
deductivo científico capaz de representar a una realización en
caso de que existiere…” Bion, 2000. P. 19.
3
Entiendo esto que pareciera una contradicción porque decía que a
través de la pasión se puede hacer un pasaje al acto, en el
sentido de que obstaculiza al acto psicoanalítico. A la acción
efectiva de cura del análisis.
4
Para ejemplificar esto con mayor precisión remito a la lectura del
artículo “Los problemas narcisistas en los analistas” de
Schumacher Finell publicado en Int. J. Psycho-Anal. (1985) 66, 433.
5
“Empleo la notación R derivada de la palabra “razón” y las
realizaciones que se cree representa, e I derivada de la palabra
“idea” y todas las realizaciones que representa incluyendo
aquellas representadas por el “pensamiento”; I representará
objetos psicoanalíticos compuestos por elementos-alfa, los
productos de la función-alfa.” Bion, 2000. Elementos de
psicoanálisis, pp.20,21.
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