martes, 21 de mayo de 2013

“Y EN LA FORMACIÓN PSICOANALÍTICA, ¿CUÁL PASIÓN?”


MTRO. JOSÉ GABRIEL HERNÁNDEZ MORA.1


Santamaría y Sánchez (2011) están de acuerdo en considerar este tipo de encuentros entre analistas en formación como un cuarto elemento que se suma al trípode de la formación analítica, pues corre por un vector distinto a un suceso común en las instituciones, cito: “En la institución sucede lo que Käes (1989) ha denominado negatividad de la obligación: Esta es la que obedece a la necesidad de efectuar operaciones de rechazo, de negación, de desmentida, con el fin de preservar un interés importante de la organización psíquica, la del sujeto o de los sujetos con los que existe un vínculo importante. Estas operaciones recaen sobre una percepción o representación inaceptable por una instancia psíquica y que mantendrán en silencio hechos que podrían resultar perturbadores para la historia del grupo, pero cuya negación tiene efectos.” Por lo anterior y por asistir a un evento que congrega con éxito a tantos analistas en formación de los 5 institutos de IPA en México, felicito a los organizadores y a cada uno de los participantes y asistentes. Entonces el día de hoy asistimos a un evento en donde esa negatividad de la obligación puede experimentarse como positividad en la formación.

En la Edad Media y en el Renacimiento, antes de la era clásica, la locura se reviste de esa aura que hace de ella un misterio (…) No sólo porque su naturaleza permanece profundamente escondida sino también porque, a su través, se trasluce algo del orden de lo divino, o de lo demoníaco. Ella va unida a la pasión.”
Green, A. 2001, p.218.

Es lugar común hablar de la “pasión” en psicoanálisis y en ocasiones, como un elemento casi necesario para enfrentar los avatares que pudiera presentar la formación analítica y la tarea imposible de analizar, pero, ¿A qué nos referimos con pasión por/en el psicoanálisis? ¿Qué estamos entendiendo los analistas en formación por pasión? ¿Es algo con lo que uno llega, se construye en el camino o se descubre? Este término no aparece como propio del psicoanálisis, sin embargo es frecuente encontrarlo como recurso para dar cuenta del interés asociado al deseo de ser analista –—entiendo que interés y deseo corren por caminos distintos y que eso hará de la práctica y del ser analista una marcada diferencia— Más aún, el tema de este encuentro designa varios lugares desde los cuales abordar la cuestión del “en” y del “por” el análisis, ¿nos queremos referir a la pasión en el análisis del analista, o en el análisis de nuestros pacientes? ¿Queremos hacer referencia a la pasión por el edificio teórico o por la dimensión clínica? ¿O bien hablamos de la fuerza interna y dinámica que fluye a fin de investir la función analítica y hacer frente a los avatares de la formación y la profesión? O bien lo pensamos desde lo institucional; con sus apasionados debates. ¿Qué entonces con los “des-apasionados” o faltos de lo que uno llamaría pasión?, ¿acaso es esto posible?

Trato de entender y en el mejor de los casos construir entre todos nosotros analistas en formación, qué haría de la pasión un elemento2 psicoanalítico y no sólo una conceptualización y menos una especulación que describa un fenómeno que suponemos pasa. Trato de pensarla como una función o movimiento del psiquismo, que ejerce influencia en y desde las tres instancias y que aparece en el curso del proceso, y que así mismo se puede definir por su asociación o ligazón a otros elementos o conceptos psicoanalíticos.

Por lo anterior y a manera de hipótesis, propongo pensar que: la pasión no solamente es vinculada al analista, ni solo al paciente, sino al psiquismo y la vida pulsional. Entonces, tampoco ubicado conceptualmente y de entrada del lado de la psicopatología o de una cierta normalidad. Al ocupar un espacio en el psiquismo y vida afectiva, ocupa un lugar en el setting y acto analítico. Digo acto, porque me parece que el análisis se produce en momentos, segundos privilegiados.

Recurro para este entendimiento inicial a los escritos de Green (2001) y Bion (2000) en donde creo podremos encontrar un camino, probablemente entre muchos, como lo representará cada uno de mis colegas en su pensamiento creativo y a través de sus trabajos.

Green (Ibíd.) hace un estudio de los caminos que este concepto ha recorrido, desde la mitología hasta la religión, la psiquiatría y el psicoanálisis; siendo por momentos paralelo a la locura, el placer y el desbordamiento del yo, objeto de rechazo, exorcismo y exclusión. El correlato con el mundo psíquico y lo pulsional se presenta como inevitable. Pasión y pulsión es la articulación que se propone explorar este trabajo.
Una cuestión a esclarecer se me presentó al elaborar el mismo: ¿Por qué hablar de pasión y no de pulsión? Parece de entrada que el correlato pasión-pulsión, como decía, se presenta inevitable, pero cómo es que se logrará diferenciar uno de otro, si es el caso, no es común escuchar que alguien se pulsione de su trabajo, se apasiona quizás, se enamoran dicen otros y esto me hace pensar de inmediato en la transferencia y la fantasía.
¿Por qué insistir en esto? Creo que como analistas en formación hay cierto compromiso con el tratar de integrar al cuerpo teórico aquellos elementos o conceptos que creemos dan cuenta de un fenómeno clínico, y que se encuentran arraigados en el discurso propio, cotidiano, lo hacemos hasta donde nos lo hace posible la experiencia y el entendimiento, con cierta rigurosidad metodológica que efectivamente nos haga entender que el fenómeno clínico y la teoría psicoanalíticas se tienen que poder explicar en su articulación y funcionamiento metapsicológico.
Recuerdo que fue así como llegue a escribir e investigar acerca del vínculo terapéutico, que a mi parecer, era utilizado como una especie de comodín teórico para explicar el éxito o fracaso de un tratamiento, lo cual me hacía pensar que detrás de expresiones tales como “fue por el vínculo” se escondía un pliegue de desconocimiento por parte del analista acerca de la efectividad terapéutica o de su arsenal técnico, sino es que de sus puntos ciegos. La pasión es pues un elemento en el entendimiento y trabajo diario y no un comodín teórico más o una palabra linda que pretende dar cuenta de otra cosa que no contribuye al pensamiento psicoanalítico.

Ahora, en la lectura y análisis que hago de las propuestas de Green (Ibíd., p. 241) encuentro como relevante lo siguiente, él escribió:

La pasión se opone a la acción3, como padecer es lo contrario de actuar. El yo padece la pulsión, como el psiquismo padece lo corporal. El sujeto padece su pasión (…) La pasión domina al sujeto, ella subvierte su razón; en realidad, a su psiquismo íntegro. Lo aliena en su objeto. Comanda sus acciones. Él no actúa ya, es actuado; pone en acto.”

Esta es una de las consideraciones de las que me valgo para desarrollar la idea de que la pasión en este sentido, obstaculizaría, bajo ciertas condiciones, el proceso y estaría siendo afectada por lo tanto la función analítica y la escucha que debiera estar centrada en la transferencia y la demanda de análisis, a lo cual añadiría que la pasión se puede oponer también al pensar. Entonces, la pasión en montos excesivos y desligados eclipsaría y en el peor de los casos arrasaría a la transferencia y la fantasía dando lugar a los actos apasionados.
Green emparenta locura y pasión, pero los deslinda de la psicosis, mas no de la parte psicótica de la personalidad. Es deseable y necesario para el análisis que éstos aparezcan, para entrar en el campo de la transferencia, el encuadre firme facilita la vía y el paciente va con uno a eso, ¿sino a qué? En términos de Bion (2000, p.248) esperamos que aparezca la parte psicótica que se encuentra recubierta de la parte neurótica y a salvo de su debido análisis, si esto no sucede, se corre el riesgo como dice él, de que el paciente se la lleve “cuidadosamente envuelta en los pliegues de su transferencia inanalizada.” Vale más, pues, reconocer en el material la parte psicótica del paciente para que no se nos “aparezca” ahora sí, un analizante normópata que haga de su análisis y su analista un relato feliz y el mejor análisis hecho jamás. Esto tendría que ver quizá con el análisis del carácter del analista y particularmente con su narcisismo.4 Entonces el analista trabaja de frente a la locura, de frente a la pasión, más no apasionado, según la línea que se va desarrollando aquí.
Green (244,250-252, 265) dice que el psiquismo padece por la pasión de un objeto que falta y del cual no tiene conocimiento, por lo tanto el yo se ve arrastrado y desbordado en sus funciones esenciales de integración y elaboración, no puede contener nada y a su vez no es contenido ni sostenido por nada, pues trae en su funcionamiento la marca de origen del ello, los estigmas de la pasión.
Se puede rescatar a partir de lo dicho por este autor que la tarea del analista frente a la pasión sería: A) Entender que la pasión es el lenguaje de la pulsión y que es inconsciente B) que hay que reconocerla y transformarla (trabajo de ligazón) por medio del análisis, de modo que Eros pueda prevalecer sobre las pulsiones de destrucción. C) Que tiene su matriz en la relación madre-hijo y que es desde allí que se puede comprender.
Sin ser gran conocedor de la obra de Bion, me da la impresión de que quizá podrían articularse aquí algunos de sus desarrollos tales como los de elementos psicoanalíticos, que permitan un enriquecimiento de lo antes dicho. De inicio recurro a una comunicación personal de la Dra. Jani Santamaría (enero 2013) quien desde su lectura de Bion piensa: “Un elemento del psicoanálisis sería todo aquel que lleva a las transformaciones, las cuales llevan al crecimiento mental a través de la función-alfa. La pasión en este sentido no permite el crecimiento, la pasión no puede crear, por eso sería un anti-elemento psicoanalítico. Obsesión no es pasión. La capacidad negativa es la tolerancia a la incertidumbre y la pasión es todo menos eso.”
Lo anterior recuerda lo antes dicho respecto a un yo rebasado y desbordado por lo pasional, que subvierte a la razón y por tanto, incapaz de actuar y de pensar, remite a la energía desligada es decir, posiblemente cercana a estímulos sensoriales, objetos beta, los cuales no han sido transformados en alfa o sea susceptibles de ser pensados y utilizados por el psiquismo. Y por lo tanto no disponibles en función del crecimiento, inaccesibles al entendimiento del paciente pero actuantes, proyectados y actuados. Con lo anterior vale la pena reflexionar sobre los efectos de la identificación proyectiva y las actuaciones en contratransferencia, que aquí no es posible abordar pero que en una revisión de la obra de Leon Grinberg podría quedar más claro. Podríamos pensar entonces que tanto la función alfa como el aparato de pensar pensamientos se han visto afectados.
Bion (Ibídem) menciona que para él: “R5 (la razón) representa una función al servicio de las pasiones, cualesquiera que sean, que lleva el predominio de éstas en el mundo de la realidad. Por pasiones entiende todo lo que está comprendido en L, H y K. De aquí se deduce que deben mediar L, H y K, en diversos grados, no puede haber pasión pura entonces (o sea solo H) y de serla sería algo sensorial, un elemento beta. ¿Entonces se trata de que la pasión se convierta en I (idea) gracias a la función alfa y pueda entonces adquirir la noción de elemento psicoanalítico? De esta forma se intentaría contestar la pregunta inicial de cómo la pasión se puede transformar en un elemento psicoanalítico. En donde la pasión LHK se ven mediadas y vinculadas con la razón, la idea, la transformación. Parece a mí entender que habla del asunto del sentir pasional y la pasión pensada, en esta cita nos puede quedar más claro:
La evidencia de la presencia de la pasión, que puede ser proporcionada por los sentidos, no debe ser tomada como la dimensión de la pasión (…) El tener conocimiento de la pasión no depende de los sentidos (…) la pasión es la evidencia de que dos mentes están unidas y que no puede de ninguna manera haber menos de dos mentes si la pasión está presente. La pasión debe distinguirse claramente de la contratransferencia, ésta última siendo evidencia de la represión.” 31,32.

Creo que con lo anterior no se agota el tema, es más creo que se han abierto por lo menos para mí más interrogantes sobre cómo opera la pasión en el proceso psicoanalítico, cómo la identificamos y diferenciamos de lo transferencial, cómo se trabaja. Es paradójica la propuesta de que el reconocimiento de la pasión no depende de los sentidos, según Bion, sin embargo abre el camino para pensarla en paralelo a la transferencia, represión y contratransferencia.

Queda claro que para Bion la pasión en sí no es un elemento en psicoanálisis, quizá haga falta explorar más su pensamiento, hacerlo trabajar, sin embargo sí podemos decir que encontramos más puntos de acuerdo entre lo que él piensa y lo que propone Green, que desacuerdos, mas ligazón que desligazón, lo cual nos pone sobre la pista de que la pasión ha encontrado en el psicoanálisis terreno fértil para hacernos pensar e integrarla a nuestro aparato conceptual.

La cuestión que queda para pensar y teorizar a partir de lo anterior sería la posibilidad de si se puede hacer trabajar a la pasión como un elemento psicoanalítico al lograr articularla con un trabajo y pensamientos analíticos que puedan llevarla hacia la ligazón y hacia la transformación y/o representación vía la palabra y el sentido vertidos en la interpretación, herramienta fundamental del analista. Esto es lo que de inicio me evocó el tema que nos convoca hoy, el de la pasión en psicoanálisis, si bien como decía al inicio no ha sido un concepto que nace en el marco del análisis, sí los analistas la han hecho andar y la han recorrido de diversas formas, aquí yo solo me remití sucintamente a dos grandes pensadores, el resto nos lo heredaron. Gracias.

Bibliografía.
Bion, W. R. (2000). Elementos de psicoanálisis. Argentina: Lumen-Hormé.
Green, A. (2001). De locuras privadas. Buenos Aires: Amorrortu.
Sanchez, G. (2011). Revista de PSIMEF-APM. No. 1., México: Acua Multimedia.
Santamaría, J. (2011). Revista de PSIMEF-APM. No. 1., México: Acua Multimedia.
1 Psicoanalista en Formación de la Asociación Psicoanalítica Mexicana. Correo: jghmor@prodigy.net.mx tel. cons. 5540 6329.
2 Trato de seguir en esto la idea bastante clara que propone Bion respecto a los elementos del psicoanálisis, aunque la rigurosidad en el empleo de estos puntos en un principio no se puedan aplicar por completo a la pasión, él dice: “1) deben ser capaces de representar una realización que originalmente describieron. 2) Deben ser susceptibles de ser articulados con otros elementos similares. 3) Cuando estén articulados deben formar un sistema deductivo científico capaz de representar a una realización en caso de que existiere…” Bion, 2000. P. 19.
3 Entiendo esto que pareciera una contradicción porque decía que a través de la pasión se puede hacer un pasaje al acto, en el sentido de que obstaculiza al acto psicoanalítico. A la acción efectiva de cura del análisis.
4 Para ejemplificar esto con mayor precisión remito a la lectura del artículo “Los problemas narcisistas en los analistas” de Schumacher Finell publicado en Int. J. Psycho-Anal. (1985) 66, 433.
5 “Empleo la notación R derivada de la palabra “razón” y las realizaciones que se cree representa, e I derivada de la palabra “idea” y todas las realizaciones que representa incluyendo aquellas representadas por el “pensamiento”; I representará objetos psicoanalíticos compuestos por elementos-alfa, los productos de la función-alfa.” Bion, 2000. Elementos de psicoanálisis, pp.20,21.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario