Es
una noticia muy triste, muy triste, que no esperaba recibir. No sé
porqué, pues todos nos podemos morir y sobre todo cuando pasamos
cierta edad.
Será
por esa mezcla tan agradable de tipo inteligente,
cálido
y niño pícaro, que nunca lo pensé cercano a la muerte, aun
sabiendo algunas de sus nanas antiguas. Será porque cuando a
alguien
le pasan historias infantiles tan difíciles y las sobrevive uno
piensa que la muerte no lo va a tocar nunca. Será porque no quería
extrañar nunca su presencia, aunque estuviéramos distantes
geográficamente, porque un mail cada tanto era un reposo afectivo,
una
pausa en el día,
no
era un mail más sino un mail con él.
Será
que compartimos un proyecto casi imposible donde él era el que no
creía que pudiéramos hacerlo y yo el que hacía de las esperanzas
casi certezas y así nos repartíamos la incertidumbre y nos
ayudábamos a complementarnos.
Será
que no podré aceptar que aquella larga discusión caminando por la
rambla de Montevideo sobre el plan de estudio del ILAP terminó con
una transacción
de
poner
un
seminario obligatorio de epistemología y quedamos en que
él
lo daría y siempre quedó pendiente y quedará pendiente siempre que
lo de él. Será porque sentí que en toda esta aventura nos
aprendimos a querer, nos
alegrábamos
al vernos y nos defendíamos cuando era preciso.
¡Qué
mierda, qué puta mierda esta noticia, que pena siento y qué
irreparable es!
Yo
perdí a alguien que me tenía adentro suyo con cariño y eso es muy
doloroso.
Yo
tendré a Pedro adentro mío siempre con mucho cariño. Siempre.
¡Qué
linda sonrisa!
¡Qué
lindo humor!
¡Qué
buen tipo!
Te
mando un abrazo imposible Pedro,
Javier
Dr.
Javier García
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