viernes, 6 de enero de 2012

Duelo y Análisis. In Memoriam del Dr. Luis Moreno Corzo*



Dra. Leticia Villagómez Tovar**

Freud en su artículo sobre La transitoriedad de 1915, escribió: “Hace algún tiempo, en compañía de un amigo taciturno y de un poeta joven, pero ya famosos, salí de paseo, en verano, por una riente campiña. El poeta admiraba la hermosura de la naturaleza que nos circundaba, pero sin regocijarse con ella. Le preocupaba la idea de que toda esa belleza estaba destinada a desaparecer, que en el invierno moriría, como toda belleza humana y todo lo hermoso y lo noble que los hombres crearon o podrían crear. Todo eso que de lo contrario habría amado y admirado le parecía carente de valor por la transitoriedad a que estaba condenado… Pero le discutí al poeta pesimista que la transitoriedad de lo bello conllevara su desvalorización. ¡Al contrario, un aumento del valor! El valor de la transitoriedad es el de la escasez en el tiempo. La restricción en la posibilidad del goce lo torna más apreciable”.
Para el día de hoy me he propuesto escribir algunos pasajes psicoanalíticos que viví con el Dr. Moreno Corzo y que fueron fundamentales en mi formación, así como recordarlo en este año 2011 de su fallecimiento, el 27 de enero. También describir algunos momentos de su historia como persona y como psicoanalista. Mi análisis con él fue durante 8 años 4 veces por semana, en los cuales atravesamos por momentos importantes, sin embargo me referiré a algunos que tienen que ver con duelos que resignificaron mi vida.



*Trabajo presentado en LI Congreso Nacional de Psicoanálisis, Transiciones. 25 y 26 de noviembre del 2011, Universidad Autónoma de Pachuca, Pachuca, Hgo.** Psicoanalista Titular de la Asociación Psicoanalítica Mexicana.



Me parece que la clínica analítica en una gran parte, es el trabajo con el duelo. En su mayoría los pacientes que acuden a análisis es a causa de duelos no resueltos, en algunos hay conciencia y en otros no, también surgen manifestaciones de ellos como la melancolía, manía, síntomas psicosomáticos o inhibiciones diversas. Al profundizar en el material de las sesiones y con la transferencia es posible observar las dificultades relacionadas a la subjetividad y con ella a enfrentar los duelos por el objeto, es así como aparece en todo este caminar analítico las formas de la estructura psíquica que se va modificando a través del proceso.

La experiencia analítica es considerada como la realización de un duelo. Freud señaló que el trabajo de duelo ocasiona un trabajo de desprendimiento, donde el objeto que se pierde es sustituible y donde el desasimiento libidinal se puede dar a partir de la existencia de sentimientos dolorosos y agresivos. La pérdida es de un objeto amado que ha sido presente a través de las huellas mnémicas de aquellos que han sido trascendentes, de los que quedan identificaciones y recuerdos. En el trabajo del duelo como el del análisis se requiere del desligamiento de la libido, de recuerdos y expectativas que nos ligan al objeto perdido para al final quedarnos con recuerdos identificaciones y expectativas. Al elaborar los duelos abrimos la renuncia al objeto perdido para desligarnos de él pero la libido queda libre para investir otros objetos, metas y proyectos. Quiero agregar también las importantes contribuciones que Klein ha agregado al duelo, para ella el sujeto comienza la elaboración de la pérdida cuando se duele por el que se fue, al reconocer su amor por él. En este proceso es importante la reparación.

Llegar a análisis trae consigo el hablar y analizar una diversidad de vivencias actuales y del pasado, pero también el ir dejando atrás recuerdos, vivencias, historias, situaciones y personas. Desde luego que todo este acontecer en el diván y a través de la transferencia nos permite trabajar los duelos no resueltos con anterioridad y los que se fueron dando en el transcurrir analítico. Este trabajo tiene que ver con el continuar de un trabajo psíquico que se da como resultado del análisis.

En el análisis fui descubriendo pérdidas tempranas en mi vida, que no había resuelto; de ellas no tenía consciencia, estaban sepultadas estas representaciones o huellas. Sin embargo quedaban síntomas e inhibiciones que al analizar fueron desapareciendo. Al ir enfrentándome a los diversos duelos y desatar su ligazón con los objetos, iba venciendo las pérdidas y de esta forma liberaba la libido necesaria en la vida para el trabajo y la creación. A través de la transferencia enfrenté una multitud de batallas parciales con la finalidad de desatar la libido de los objetos de los que me iba desprendiendo.

Quiero señalar brevemente mi llegada con el Dr. Luis Moreno Corzo. Desde 1984 convivía con frecuencia con un grupo de jóvenes candidatos que se estaba formando en la APM, todos eran de Monterrey, algunos llegaban a mi casa durante períodos de su formación, eran frecuentes las reuniones con todos ellos y sus familias. Para mí era estimulante escucharlos hablar de la APM, los analistas que los formaban y analizaban, para aquel entonces ya estaba pensando en ingresar a la formación y mi interés en todo lo que sucedía iba creciendo. En 1992, solicité mi ingreso y decidí analizarme con Luis dado que varios de estos jóvenes psiquiatras me hablaban tanto de él, uno de ellos era su paciente y otros eran sus supervisandos. Me parece que algo que determinó mi elección fue que Luis no estaba tan involucrado en las situaciones de la APM y estas características favorecerían que mi análisis pudiera estar fuera de contaminaciones institucionales, como ellos me decían. Más tarde comprendí que de lo que se trataba era que realmente me analizará.

Al pensar en lo que escribiría para recordar a Luis, se me ocurrió hablar de una de las vivencias más relevante en el proceso y fueron todos los duelos que resolví con él. Los primeros fueron dados para acercarme a él y a la formación, pero después en el transcurso tuve pérdidas importantes en mi vida que me han llevado a resolver duelos para seguir adelante. Me parece que hubo momentos fundamentales en ese encuentro pero uno de los que marcaron mi análisis fue un sueño que tuve con Luis cuando se acercaban las vacaciones de invierno, fue a los 7 años del proceso, al analizar el sueño fue posible darme cuenta que estaba ya con mucho dolor al separarme de él en vacaciones y en las imágenes oníricas había imágenes de mi historia temprana que se relacionaban al Dr. Moreno Corzo y lo que estaba viviendo en esos momentos analíticos. Al trabajar las asociaciones iban surgiendo recuerdos que me llevaban a rescatar mucho de lo que había intentado reprimir. El trabajo del análisis me iba haciendo reconstruir todos esos duelos y a mí misma, también me llevó a vivirlos con mi analista en cada una de las separaciones que tenía, pero se acercaba la terminación del proceso y sentía ya la despedida, tuvimos un año más para trabajarla.

El Dr. Luis Moreno Corzo perteneció a la primera generación formal y organizada de analistas de la APM. Esta generación de médicos psiquiatras fue de 12 y se le ha llamado los cofundadores. Los compañeros de formación del Luis fueron: Arizmendi, Jaime Cardeña, Ricardo Díaz Conti, Díaz Infante, Roger H. García, Mendizabal, Guillermo Montaño, Agustín Palacios, Héctor Prado Huante, Mauro Torres y Gregorio Walner. Quiero mencionar la profunda pérdida que he tenido con la muerte hace dos días del Dr. Agustín Palacios, quien fue mi maestro, amigo y supervisor, también él perteneció a esta generación de cofundadores.

Esta generación inició su formación en 1958, en el departamento que estaba en las calles de Puebla, cerca de Insurgentes, en la Col. Roma, esta era la casa de Ruth Castañeda de Ramírez y de Santiago Ramírez, quienes ofrecieron su casa al grupo que iniciaba. Posteriormente se pasaron a Av. Insurgentes de la misma Colonia Roma, donde fueron las primeras instalaciones de la APM, ahí asistían a seminarios dos veces por semana hasta muy altas horas de la noche.

Me interesa destacar los momentos históricos donde se gesto la APM, ya que están relacionados con la formación de este primer grupo de candidatos. En 1955, durante el XIX Congreso Internacional realizado en Ginebra y bajo el patrocinio de la Asociación Psicoanalítica Argentina, fue reconocido el Grupo Mexicano de Estudios Psicoanalíticos. Ya para el XX Congreso Internacional celebrado en París, en 1957, el Grupo Mexicano fue aceptado como sociedad componente, bajo la denominación de Asociación Psicoanalítica Mexicana. Esta fue la primera generación de alumnos del Instituto, con ellos se fundó la Escuela Psicoanalítica Mexicana y es desde este grupo de donde surge la importancia de la trasmisión del psicoanálisis. Ellos fueron los primeros psicoanalistas formados en la APM y los que dieron el sustento al Instituto, con ellos paso el Grupo de Estudios a ser la Asociación Psicoanalítica Mexicana, con reconocimiento de la Internacional.
El Dr. Moreno Corzo venía de Washington donde hizo Psiquiatría y le toco asistir al retorno de los psicoanalistas que se habían formado en Argentina, convivió con ellos en el Hospital Militar en donde había trabajado por más de 30 años. Se analizó con el Dr. Remus, cinco veces por semana, como en aquellos años eran los análisis, me interesa señalar que el Dr. Remus se analizó un año con el Dr. Arnaldo Rascobsky que a su vez había sido analizado por el Dr. Ángel Garma y cinco años con el Dr. Enrique Racker, quien a su vez se analizó con la Dra. Mary Langer.

La Dra. Remus ha sido generosa al compartirme sus vivencias con el Dr. Moreno Corzo, ella convivía con él como compañeros en la Asociación y señala que fue una persona veraz e íntegra, pero también más adelante comenta que fue empeñoso y respetuoso. Al casarse con Vidalina Ramos hicieron una pareja distinguida por su trato tan cercano, con importantes manifestaciones afectivas, era una pareja amorosa. Vidalina era una persona muy activa, había sido Diputada en Venezuela, y participó en un partido socialista, llegó a México como representante diplomática. Vidalina y Luis se conocieron afuera del consultorio del Dr. Remus. Ella hizo su formación como psicoanalista en Arquímedes, actualmente Asociación Mexicana para la Investigación del Psicoanálisis, AMPIEP. Luis y Vida, como le decía él, compartieron su primer consultorio en Campos Elíseos en Polanco, posteriormente se trasladaron al departamento de Filadelfia, en la colonia Nápoles, en dónde tenían sus consultorios y un espacio para trabajar con grupos. Al recordar esos espacios vienen a mí las imágenes que me acompañaron durante tanto tiempo, Vida siempre tenía la sala con hermosas flores que hacían gratas mis tantas esperas, así como sus tan cariñosos saludos y breves charlas.

En Historia Testimonial de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, encontré lo que Luis señaló como motivo para ser Psicoanalista: “Desde que yo estudiaba Medicina, decidí que lo que me gustaría hacer era Neurología. La que hice, me planteó el problema que prácticamente no había modo de ayudar más que limitadísimo. Anticonmvulsivos o algo para los niños hiperactivos, no había más. Pensé que la Psiquiatría podría ofrecer un campo más amplio para ayudar a la gente. Me encontré con mi experiencia, - en aquellos años, que no es lo que tengo en la actualidad-, que tampoco se podía hacer nada. En verdad, desde ahí me dije, que el Psicoanálisis sí podría ofrecer más para ese momento”.

El Dr. Luis Moreno Corzo, escribió diversos trabajos, pero por mi interés en su contenido, hoy tan solo me referiré a uno de 1971 que publicó en Cuadernos de Psicoanálisis en 1974, su título, “Reflexiones psicoanalíticas sobre la teoría de los sueños, derivadas de los hallazgos experimentales sobre el dormir y el soñar”. Escribe Moreno Corzo en su trabajo. “Los sueños de la fase REM (que en inglés se designan las fases de movimientos oculares rápidos), revelan, tal como lo postuló Freud, que por “locos” o bizarros que parezcan siempre son significativos, revelan sentimientos, motivos e ideas de los que la gente no se percata en estado de vigilia”. “La fase ascendente 1 (REM), como será llamada desde ahora, presenta numerosas indicaciones de activamiento fisiológico y psicológico. Los electroencefalogramas muestran características similares a las de la vigilia, movimientos oculares rápidos, una alta incidencia de descargas neuronales en la corteza cerebral y una frecuencia relativamente grande de movimientos corporales gruesos. Esta fase recurrente del dormir se hace predominante en las últimas horas de la noche y parece capaz de sostener una intensa actividad mental”. Más adelante nos señala: “Cuando se estudian los diferentes sueños de una noche se encuentra que los que corresponden al periodo REM plenamente desarrollado, son mucho más bizarros, elaborados y distorsionados que los que corresponden al principio de ese período. También se aprecia que a medida que el sueño progresa utiliza recuerdos de los períodos más tempranos de la vida del soñante junto con las experiencias recientes, todo esto sujeto a la distorsión y a la elaboración. Tal como Freud apuntó, se aprecia que los residuos diurnos hacen a menudo la función de puente de enlace con los recuerdos más viejos con los que están relacionados”.

También quiero agradecer a José Gerardo Moreno, sobrino de Luis quien, me habló de su afecto y experiencias con su tío. Luis Moreno Corzo nació el 26 de junio de 1918 en la Ciudad de México, estudio medicina en la Escuela Médico Militar en dónde también fue docente en la cátedra de Neurología, sus estudios de Psiquiatría los realizó en Washington y trabajó por más de 30 años en el Ejército como médico militar. Luis y Vidalina antes de casarse habían tenido un matrimonio anterior, Vida comentó que su interés en Luis había sido porque él era un hombre que trasmitía tranquilidad y calma. Cuando se casaron decidieron construir la casa de sus sueños, decían que la habían edificado en ese lugar porque ahí llegaba un pájaro azul que era señal de buena suerte. Me parece que esa suerte que encontraron, también alcanzó para las personas que convivimos junto a ellos, porque al estar cerca podíamos sentir su amor y tanta vida de la que se rodeaban. Su casa estaba cercada de plantas y fuentes que hacían una muy agradable estancia.

Recuerdo mi llegada a su consultorio en la calle de Filadelfia 124 en la colonia Nápoles, lo amable de su recepción y lo que me dijo de inicio “Leticia pero quiero decirte que soy una persona mayor, no te importa iniciar tu análisis con una persona así”. Ahora agradezco haberme quedado a analizar con Luis, mi vida personal y profesional se enriqueció, con él pude realizar mi análisis didáctico por 8 años y posteriormente durante 11 años más, tener una cálida y esporádica amistad en donde se hace presente desde mis recuerdos en tantos momentos como el de ahora.

Luis murió a los 92 años, tranquilo, en su casa, como lo había deseado, su vida la lleno de trabajo, de estudio, de amor y respeto a los que lo rodearon y de una forma muy especial a su esposa Vidalina que murió 4 años antes que él. El Dr. Moreno Corzo a través de tantos años de trasmisión del psicoanálisis y por su vida plena como persona, ha sido una presencia valiosa en la APM.

Benito Juárez, D. F. a 25 de noviembre del 2011.   

1 comentario:

  1. Gracias por dejarme compartir esto, mi querido padrino, aún lo extraño... Efectivamente el día de su funeral fue tranquilo en un día hermoso...

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